viernes, 27 de noviembre de 2015

Nota publicada en Notiserrano 146; Transformación, cambio, conciencia despierta

Transformación, cambio, conciencia despierta

Los cambios que afectan a las sociedades son individuales

Por José Luis Thomas

Por estos días de campañas políticas y de una fuerte diversidad de opiniones, hemos participado de una verdadera puesta en escena de la naturaleza humana.
Hemos visto, oído y compartido con personajes muy distintos. Se polarizó la opinión y algunos la manifestaron abiertamente y otros, como siempre sucede, estuvieron agazapados esperando para ver hacia dónde se inclinan las aguas, para expresarse luego. Esto es como decir que algunos trabajan y otros viven del trabajo ajeno.
Estamos un poco hartos de toda esta parafernalia política, de escuchar a los candidatos, sobre todo en un año que se caracterizó por tener varias elecciones.
Pero como bien sabemos “todo pasa”, pasa lo bueno y pasa lo malo. En la gran marea cósmica, la conducta humana que caracteriza estos tiempos también pasará, aunque lo esté haciendo en forma imperceptible.
Lo interesante no es la conducta social, sino la conducta individual, que es la que en definitiva conforma el estado social. A ése estado de conciencia es al que debemos apelar para esa transformación soñada. Sólo el profundo diálogo con el ser interior, es lo que hará la diferencia. Ese cambio, no es resultado de la suma de conocimientos, sino por el contrario, de la resta; es decir, del vaciado de los contenidos que determinan una forma de pensamiento, ese arrastre de conceptos cerrados que impiden el paso de la luz,  para alcanzar visiones de “lo nuevo”. Este proceso no es una receta para ser aplicada en forma masiva; es lo que llamaríamos: un despertar de conciencia, de haber llegado al fondo y desde allí repicar para volver a la superficie transformados por la renovación del pensamiento. Esto no es nuevo: ya lo decía San Pablo en su epístola a los romanos (12:2): “transformaos por la renovación de vuestra mente”.
Este despertar significa muchas cosas: comprender nuestro lugar en la infinitud del espacio tiempo del que somos parte y esencia. Comprender esa dimensión inconmensurable debería servir para que el ser, la persona humana, comprenda que la materia no es la “gran hacedora” sino el resultado de las formas sutiles que devienen de ese proceso infinito que es el pensamiento cuando tomamos conciencia. La conciencia es el espacio en el que se mueve el pensamiento.
Vemos por estos días, “la locura del poder”, de los que por escasos años (porque siempre son escasos ante la dimensión universal del tiempo) han creído ser indestructibles y se han abarrotado “de confort”  en detrimento de la mayoría del pueblo, en la que los partidarios sostienen ese devaneo y esa afrenta, en la “inocente creencia de estar defendiendo ideales”, que el poder utiliza para alcanzar impunidad y más tiempo en el abuso de sus potestades. Vemos, decía, cómo se está desmaterializando, y pierde fuerza  ante el avance de una conciencia que no viene de la materia, sino de la transformación del pensamiento; que no tiene, peso, ni color, ni aroma, ni forma, pero que sin embargo cambia los procesos por los cuales comprendemos la realidad.
Hemos visto y vemos, la pasión; algunos la enarbolan en defensa de bienes que involucran a todos en forma objetiva e independiente, sin buscar privilegios personales; y otros, en cambio, llenan la pasión con resentimiento, con ceguera que les impide ver las diferencias, están pegados al pasado desde el que juzgan el presente, y por ende no pueden ver lo que emerge, lo nuevo, lo renovado, lo que es parte de una comprensión libre de ego.
Las pasiones que adhieren a líderes vivos fanáticos o a líderes muertos, pertenece a seres que no han evolucionado, que quedaron pegados a un pasado, que como todo pasado, no existe. La vida es cambio constante, renovación permanente y esa mutación es producto del amor, es decir de una fuerza que no está atada al rencor, ni al resentimiento, ni a la venganza, sino a la vida y toda vida es ahora y aquí, en presente.
Los seres que se dejan llevar por el miedo, son hojarasca que arde y se consume en su propia ignorancia; una ignorancia emocional (no estoy hablando de ignorancia intelectual) como ya dije, toda mente que no renueva sus aguas, se estanca y mata toda vida.
Los que adhieren sólo a líderes o ideales que no plantean idea de conjunto, están cegados por la necesidad de que alguien o algo los conduzca; han perdido o nunca han descubierto la posibilidad de ser “Una luz para sí mismos” es decir: seres que se transforman porque están despiertos y permiten que la vida los inunde y les muestre el camino de la evolución y el cambio.
Claro, que para estar despierto y ver lo que es, debemos tener una conciencia universal, no egocéntrica, ni adoctrinada; debemos estar despojados de los deslumbramientos que produce el encandilamiento material, como si este pudiera ser determinante de los procesos reales de la continuidad de la vida.
Para no caer en una visón sólo teórica, miremos la historia. En ella aparecen civilizaciones y personajes en todo el mundo, desde la aparición del primer hombre, cuyas místicas dejaron paso a otras y a otros y así ad infinitum.
Hay momentos (algunos parecen muy largos y más si a uno le toca vivir durante su manifestación) que ponen en escena a personajes que llevan adelante la “luz o la oscuridad de la mayoría); no surgen porque sí, expresan esa conciencia popular, que a medida que se manifiesta en los procederes externos del líder y sus secuaces, “comienza a reconocer su propia conducta” y nuevamente cambia y deja de sostener el andamiaje que mantiene a esos sujetos en el poder.
Las transformaciones individuales son las que se vuelven sociales, por eso es tan importante apuntar a esos despertares desde una concientización, no basada en palabras, ni en ideales, sino en conductas; “lo que nos transforma es sentir el cambio en la coherencia de quienes, libres de ataduras basadas en el pasado, dejan que sus mentes y sus conciencias capten los cambios, y se sincronicen con lo que muta de instante en instante, aunque nos parezca que todo está igual”.
José Luis Thomas

domingo, 26 de julio de 2015

Herencia, nota de José Luis Thomas, publicada en Notiserrano

Herencia

Por José Luis Thomas

Los argentinos hemos tenido gobiernos de todo tipo, que dejaron sus huellas, unos más que otros. Hasta ahora.
Podemos superar un gobierno autoritario ¿Pero cómo se supera un sistema autoritario?
¿Cómo se vuelve de la ignorancia?
¿Cómo se vuelve del clientelismo?
¿Cómo se vuelve del adoctrinamiento partidario en favor de unos pocos?
¿Cómo se vuelve del populismo exacerbado?  ¿Cómo se vuelve de la inmoralidad? ¿Cómo se vuelve de la corrupción vertical y horizontal? ¿Como se vuelve de una Justicia adicta?
¿Cómo se vuelve de un país dividido?
¿Y Cómo de un país hipotecado?
Los gobiernos que nos precedieron fueron como una sola golondrina que no hace verano; pero el actual, hizo el trabajoso, pero certero camino del agua, poco a poco, y en medio de dádivas, fue cerrando el cerco y ahora, el espíritu argentino está preso en su propia ignorancia.
¿Cómo se sale compatriotas de esta ceguera?
¿Cómo se sale de las ambiciones materialistas que cierran filas temerosas de perder las dádivas con que se las ha comprado?
¿Cómo se recupera la libertad de expresión masiva?
¿Cómo se vuelve de la ilusión pseudo-igualitaria con postulados de izquierda, pero salidas de estructuras de derecha?
¿Cómo se logra que las mentes obnubiladas por un relato perverso, mentiroso y falso, recobren el sentido común y la capacidad para discernir entre lo que es falso y lo verdadero?
¿Cómo se logra que esas mentes recobren su identidad y puedan darse cuenta de la incoherencia entre el discurso, el montaje y la realidad?
¿Cómo se recupera la libertad?
¿Cómo se recupera la miseria real y la conciencia sobre ella?
¿Cómo se recupera la identidad argentina?
¿Cómo se puede hacer para que los argentinos despierten y se den cuenta que la única ideología es la realidad?
¿Cómo hacer para que los argentinos dejen de comprar humo?
¿Cómo hacer para recuperar la patria?
¿Cómo hacer para recuperar la República?
¿Cómo hacer para recuperar la dignidad?
¿Cómo hacer para recuperar la Democracia real, no la que está dibujada?
¿Cómo hacer para que el pueblo se dé cuenta que la riqueza y la pobreza son dos aspectos intrínsecos de su naturaleza? Y que son estados intercambiables y que ni el uno es malo ni el otro bueno, porque sólo depende de la conciencia que administra la riqueza o la pobreza en determinados momentos y circunstancias de la vida.
Son preguntas que atormentan el sentido, mientras uno ve cómo, poco a poco y paso a paso, se destruye un país con mentiras, relatos falaces, inmoralidad, corrupción, impunidad y atropellos, ante la mirada complaciente de un amplio sector, que aún no se dio cuenta que un país es más que un partido político, que un personalismo exacerbado, que un líder, que una idea o un modelo y que la salida no la dan unos pocos iluminados de turno, sino todos y cada uno de los habitantes con honestidad, trabajo, justicia, lealtad, fraternidad, respeto y libertad.
La historia del mundo nos cuenta que nada dura para siempre, que ningún iluminado fanático y ciego pudo atravesar las fronteras del tiempo y los cambios que se dan por generación espontánea y renuevan las bases hasta convertirlas es fragmentos de nada.
El cambio y la respuesta a las preguntas que he formulado, está en cada uno de los argentinos que aún es dueño de sí mismo, que no está zombinizado, y que puede elegir entre la esclavitud, la inmoralidad y la mentira o la verdad, la libertad y el trabajo como fuente de toda dignidad y crecimiento real y duradero, sobre el cual desarrollar las facultades y los dones que cada uno puede aportar al conjunto de la sociedad.
José Luis Thomas

¿Servicio u oportunismo? Nota de José Luis Thomas publicada en Notiserrano

¿Servicio
u oportunismo?

Por José Luis Thomas

Viendo cómo la gente se suma a ser parte de proyectos políticos y conociendo a muchos de ellos, me pregunto: ¿Sentido de servicio u oportunidad para escalar posiciones y obtener beneficios?
Porque es muy fácil anteponer un ideal dignísimo a oscuros deseos de reconocimiento personal, entre otras cosas.
Mirar y escuchar a la gente y ver cómo actúa, permite, si uno está despierto y alerta, reconocer múltiples facetas de la hipocresía, la mentira y el oportunismo.
Por eso nuestro país está en el estado lamentable en el que se encuentra; desde hace décadas la política dejó de ser un servicio para convertirse en una salida laboral, en el mejor de los casos, y luego en una posibilidad real para obtener beneficios de todo tipo e inflar el ego, dejando salir esos mediocres deseos de poder y gloria.
Nada más fácil que meterse en política para hacer contactos y salir del oscurantismo personal o profesional. Nada más adecuado para seres arribistas, inescrupulosos y mínimos, que utilizar alguna capacidad personal como catapulta hacia la obtención de un espacio, que de otra manera les  sería muy difícil acceder. “El fin justifica los medios”, según Macchiavello.
Después nos preguntamos por qué pasa lo que pasa. Estoy cansado de andar por reparticiones públicas plagadas de ineptos, ignorantes, oportunistas que en lugar de trabajar con creatividad, creen que hacer gestión es cambiarle el nombre a las cosas o hacer actos ignotos para sacarse fotos y salir en los medios.
Es que la sociedad ha dejado de pensar, está dormida, y no reconoce la paja del trigo. Y de acuerdo con el vaticinio de Discépolo: Es lo mismo ser ignorante, sabio, chorro, pretencioso, estafador… lo mismo un burro que un gran profesor… Y no es un tango, es la realidad, la que transitamos cada día y de la que nos quejamos; hecha con materia de baja calidad, diseños perimidos, poca o nada de técnica; nada de pericia por parte de los encargados de ejecutar las obras.
Y los que deciden hacer política, (como los que deciden escribir o pintar o bailar “lo que sea que quieran hacer”) no lo hacen partiendo de una vocación genuina y de una necesidad de servir, sino como parte de una epifanía, algo que de golpe se les ocurre que pueden hacer y que, de paso, los entretiene y les brinda oportunidades para beneficiarse.
No estoy en contra de la evolución personal, del desarrollo de las potencialidades del individuo; lo que me aflige es la falta de vocaciones, porque (a menos que hayan cambiado el libreto) de las fuertes vocaciones surgen o hay más posibilidades que surjan los mejores profesionales, artesanos, artistas, servidores de la patria. Porque cuando hay vocación hay pasión y entrega.
A la gente que se mete en política les parece divertido, no importa si no saben nada, ¡total por ensayo error ¡¡¡que paga todo el pueblo!!! algún día, tal vez aprendan!  ¡eso sí! Como están cansados de quejarse y no hacer nada, deciden que lo mejor es meterse en política; no se les ocurre, que lo mejor es: “hacer lo que se sabe hacer de la mejor manera, ser honesto, auténtico, servicial, humano” en la vida ordinaria, con las herramientas que tenemos y dentro del marco de la realidad que nos toca vivir; porque cada quién que se meta en política, trasladará a la función pública sus miserias, vicios y falsos conceptos y prejuicios. Les aviso que la Política no redime de los defectos.
Si no me creen, miren a los políticos actuales, esos que engrosan las listas sábana y que luego van a parar al Congreso Nacional y otros departamentos oficiales, de los que la mayoría se queja (que suelen aparecer dormidos en sus sillones o que faltan siempre); son “esos personajes oscuros, frustrados, deseosos de “ser alguien”, muertos de hambre (literalmente) que un día ¡Oh sorpresa descubrieron que se habían vuelto personas de bien! Siempre están en carrera, si no es en un puesto es en otro: esos inescrupulosos, viven del Estado a costa nuestra.
Guía para reconocerlos: Notará que cuando comienzan, sonríen a derecha e izquierda y que escuchan hasta las más estúpidas ideas, proyectos y pedidos; pero cuando llegan “estarán siempre en reunión”, la disponibilidad se habrá esfumado porque “están trabajando para el bien de la gente” que traducido quiere decir: “para el bien personal” ¿se entiende? de ellos mismos.
Suelen aparecer con sus ideales de servicio pocos días o meses antes de las elecciones.
Todos somos seres políticos, la política es parte de lo que hacemos o elegimos hacer con cada acto y palabra “yo soy político ahora”, desde mi lugar, desde mi trabajo, con esta nota, con cada libro que escribo, con cada discurso o conferencia que doy; cada vez que les hablo a los niños y adolescentes en los colegios; pero eso no quiere decir que “Deba meterme en política a ocupar cargos públicos” porque para eso hay que tener vocación  Política, entrenarse y estudiar;  sabemos que toda vocación es un sacerdocio, un servicio, al que se le entrega todo lo que uno es. Pero no sólo a la política, a cada cosa que uno elija ser de corazón y con el compromiso de la vida misma involucrada.
Señores, seamos honestos, no nos dejemos seducir por palabras, discursos, ideales y demagogias: miremos las actitudes, los hechos; aprendamos a reconocer la máscara del rostro real.
Hagamos política, sí, cada día con cada acto de nuestra vida, comprometiéndonos a dar lo mejor y a servir con amor a nuestro semejantes desde el lugar que tenemos.
Aprendamos a reconocer los impulsos de la propia miseria enmascarada en eufemismos e ideales vacíos.
La Política es cosa seria, no es para cualquiera, ni para algún ignorante que tenga carisma. Carisma puede tener un mono, pero con eso no construimos la Patria.
Tener dignidad, y no endilgarle a los demás las discapacidades personales, respetar a quienes son idóneos en su área y ponen su vida al servicio de todos.

José Luis Thomas

María Rosa Lojo - Reportaje publicado en Notiserrano, realizado por José Luis Thomas y Norberto García Yudé

María Rosa Lojo

Estilo y pasión proyectados en la palabra
Multifacética escritora argentina que trasciende las fronteras de la patria y nos representa en el mundo con lo mejor de su literatura.


María Rosa Lojo, es una de nuestras grandes figuras de la literatura contemporánea.
Destacable en todo sentido, consustancia el oficio de escribir con una pasión rigurosa y consecuente.
Seguimos su carrera desde sus comienzos y nos complace acompañar ese derrotero de éxitos, que no son producto del azar, sino de su enorme y profunda capacidad de trabajo. Su ética, su sencillez y su profesionalismo, la convierten en una rara avis de este medio; su vida y el camino que eligió seguir se unen en una obra multifacética, de profundas raigambre poética, atenta y despierta a crear y recrear espacios de ficción, donde la palabra se vuelve sentido y compromiso, desde los que propone diferentes puntos de vista para avanzar sobre la realidad, aliada con la perspectiva que ofrece la literatura como vocación y derrotero, ineludible, casi fatal, del que no puede desprenderse porque hacerlo sería perder el aliento de vida.
En este extenso reportaje exclusivo para Notiserrano, podemos conocer y disfrutar de su pensamiento y de los más iluminados conceptos sobre la literatura y el arte de crear.

-Cuando se ha desarrollado una carrera con creatividad, coherencia, continuidad ¿en qué lugar queda el primer libro: Visiones y ese autor de entonces?
-Visiones es un primer libro publicado, pero no es el primero escrito. Empecé a escribir poesía en la adolescencia, en la escuela secundaria (algunos poemas de esos años fueron recuperados como epígrafes en las tres partes de mi última novela, Todos éramos hijos) y publiqué esta obra (que fue Primer Premio de Poesía de la Feria del Libro de Buenos Aires) recién cuando tenía treinta. Por eso no lo veo como un texto inicial sino más bien como llegada a un punto en donde, después de haber experimentado bastante, pensé haber encontrado una voz. Se trata de un libro que plantea una opción estética clara, una dirección y una forma (el poema en prosa, la microficción lírica) en la que luego seguiría trabajando.
-¿Por qué poesía y de qué manera incide el lenguaje poético en la obra posterior?
-La poesía existe para formular lo que no puede decirse de otro modo verbalmente; el poema está hecho de piezas irreemplazables (quizás una combinatoria secreta) que enuncian una revelación. No necesariamente una revelación sagrada (aunque la poesía mística sepa de esto), pero sí una “epifanía” estética (para usar el concepto de Joyce): una iluminación original del mundo, que se construye y encarna solo en esa reunión de palabras precisas.
Por eso para mí la poesía funciona como un modelo incluso en la narrativa. Es un horizonte de exigencia que promueve la síntesis, la decantación, la condensación, la intensidad sin concesiones.
-¿Qué tiene la poesía por sobre los otros géneros, al momento de expresar (siguiendo la idea de que “expresar” es “sacar de preso”).
-Lo que está preso, para mí al menos, es la interioridad de una visión, que solo es dado reconocer y entregar en palabras: ESAS palabras y no otras.
-¿Hay un punto final para lo que está preso o es equidistante y fluye sin cesar?
-¡Ojalá fluyera sin cesar! La poesía se hace cuándo y cómo donde ella quiere. Sucede, más allá de nuestra voluntad. O no sucede. A veces, es tensión insuperable, lucha, impotencia: “Es que hay una visión y no la puedes decir, acaso porque no existen palabras para ti. La vida ríe de las palabras y juega, escéptica, con esos dados que siempre han de perder: ¿no sale acaso, una vez y otra, el número inexacto, el indeseable? Estas palabras réprobas, estos soldados viles de un ejército en derrota…” (Visiones) Y otras, un salto arriesgado, un extraño milagro de supervivencia en lo extremo: “Como un salto de animales por la rueda de fuego, como una caminata mortal sobre una cuerda de viento, en equilibrio sobre una tierra cortada, en puntas de pie sobre un cuchillo de hielo que se va deshaciendo a cada paso. // Así, el poema.” (“Semejanzas”, en Esperan la mañana verde).
-¿El hecho poético se ve amenazado por lo confesional?
-Por definición la lírica se asocia a la expresión de la subjetividad. Pero subjetividad no quiere decir inmediatez. El sujeto poético no es “literal”; es una ficción estética, una construcción metafórico-simbólica de experiencias humanas que los lectores pueden asumir como universales y propias al mismo tiempo. Esto, desde luego, cuando el texto poético logra su objetivo.
-¿Cuál es el límite que dice sin decir?
-La poesía siempre está en el límite con lo inefable. Una isla de palabras en un inmenso mar de silencio y misterio.
-¿Cómo sentís que ha sido tu evolución poética?
-Como escritora me fui interesando cada vez más por la historia y los conflictos del país en el que nací, por sus pueblos originarios, sus culturas, sus mitos ancestrales. Eso se imbricó en el diálogo preexistente con la tradición literaria y filosófica occidental. Creo a partir de La pasión de los nómades (1994) mi mundo imaginario se volvió más concreto, complejo y plural, atravesado por múltiples voces y relatos. También se advierte ese cambio en la poesía, sobre todo en los dos últimos libros: Esperan la mañana verde e Historias del Cielo (ambos publicados en Bosque de ojos).
-¿Está siendo la poesía un género menor, en el sentido de no ser comercial y al ser tan manoseada por estos tiempos por gente que la elige con facilismo y nada de respeto?
-En la consideración académica, seguro que no es un género menor, todo lo contrario, aunque son más bien una minoría los especialistas que trabajan sobre el género, quizá por la mayor dificultad para asir la poesía como objeto crítico y teórico.
Que algunas personas crean ser poetas por el solo hecho de haber sido alfabetizadas, me parece una cuestión inofensiva, en el sentido de que tales creencias no influyen fuera de los circuitos en donde actúan y se aplauden mutuamente. Seguiremos disfrutando y admirando la buena poesía de todas maneras.
-¿Qué temas son propicios para la buena poesía? ¿O todo depende de la pericia del poeta?
-No hay temas propicios, hay poetas que hablan de lo importante. O logran que su palabra nos importe a todos.
-¿Qué hace que una poesía sea inolvidable? ¿O no es necesario recordarla y sólo debe funcionar como disparador?
-Personalmente, recuerdo de memoria solo un poco de la mucha poesía que leí en mi vida. Entre esos versos, el magnífico soneto de Quevedo “Amor constante más allá de la muerte”, que actúa como disparador interno de un  texto mío titulado “Amor constante” (Esperan la mañana verde). Pero me parece que, lo fundamental, más allá de los versos puntuales que uno recuerde, es el efecto, el impacto que permanece.
–Tu carrera arranca con premios, es decir, con estímulos que habrían indicado que estabas en el camino.  ¿Fue así? ¿O la disposición era más fuerte que esos indicadores luminosos?
-Los premios ayudan, es innegable, para convencerse de que uno “está en el camino”. Y también sirven para que un escritor novel logre publicar algo tan “impublicable” como la poesía. Pero claro está que no se escribe para obtener premios, sino por un fuerte impulso interior. Porque se necesita, porque no se puede ni se quiere evitarlo.
-Ser doctora en Filosofía y Letras, ¿fue una catapulta o por el contrario activó al enanito crítico interno, trabando el hecho creativo en todo lo que éste tiene de espontáneo, suelto, y con ese dejo de “no me importa nada”, esto es lo que siento?
-Viéndolo en perspectiva, no creo que estudiar Letras haya sido negativo para mí como escritora. También tuve siempre una vocación marcada por la crítica y la investigación y elegí una carrera que me gustaba y en la que pude lograr un desarrollo intelectual y hacer una obra. Lo que aprendí no redundó, creo, en inhibirme creativamente; más bien sirvió para mostrarme referentes, para definir mi propia ubicación en el campo literario argentino, para encontrar mi propia medida y definir mi voz. Lo que sí: nunca me dejé llevar por meras modas. Ni antes ni hoy. Nunca escribí para satisfacer lo que la corriente académica dominante en un determinado momento esperaba leer, o lo que aprobaba según los estándares de la hora.
–Se pueden separar los campos, el de la Teoría literaria y el de la creatividad?
-Son campos diferentes, aunque pueden interactuar y sin duda lo hacen. A veces se cruzan en los textos de determinados autores. A ver: un escritor/a puede introducir en sus ficciones una dimensión metatextual, puede teorizar desde dentro de una novela o de cuento sobre lo que está haciendo (el caso de Piglia en la Argentina, de Muñoz Molina en España). Buena parte de la poesía de Girri es también una teorización sobre la poesía. Pero a la inversa, un teórico académico de la literatura, en función de tal, no mezcla elementos ficcionales dentro de una especulación que debe atenerse a un protocolo epistemológico. En cambio, como lo dijimos, la ficción (poética y narrativa) no está sometida a ese protocolo e incorpora y vampiriza libremente todos los discursos dentro de su propuesta, si ese es el proyecto del escritor. Sobre todo en la novela. Como decía Sábato, glosando a Paul Valéry (pero adjudicándole un valor positivo): todos los géneros le pertenecen.
–Uno supone que es posible al ver tu extensa obra, pero puede ser “tu caso” y no la generalidad, así como suele decirse que el “periodista mata al escritor” o, “el editor mata al escritor” o como en tu caso “el profesor o Doctor en letras, mata al escritor?
-Bueno, me remito a lo que acabo de contestar. Los escritores, cuando hacen ficción, aprovechan y utilizan para sus fines todo el bagaje de que disponen. Ser profesor o doctor en Letras (y muchos literatos lo han sido y lo son) no está contraindicado para escribir ni es un obstáculo para la fantasía. Hay excelentes ejemplos en la historia literaria, empezando por autores hoy de moda, que fueron reconocidos académicos y que se caracterizaron también por una obra de imaginación frondosa, como C. S. Lewis (el de las Crónicas de Narnia), o J.R.R. Tolkien, nada menos.
–Al seguir tu trayectoria, tan certera, tan paso a paso, tan a conciencia, no se advierten baches, sí una férrea determinación que pareciera decir “a como dé lugar” ¿Se relegaron otros aspectos de tu vida?
-Creo que no. Hice lo que pude con lo que tuve. O, para decirlo de otra manera: dentro de mis condicionamientos, los personales y los sociales, hice lo que elegí y llegué hasta donde pude. No siento que haya postergado cosas. Me casé con mi gran amor (estamos juntos hace treinta y siete años), nunca dejamos de querernos, pasamos muchas dificultades y también fuimos muy felices, tenemos tres hijos juntos. Mi vida no fue cómoda ni descansada, pero nunca busqué la comodidad sino la intensidad. Así que no me quejo.
–Has incursionado en varios géneros: Poesía, Cuento, Novela, Ensayo, Crítica literaria, ¿Con cuál te sentí más cómoda?
-Todos, cada uno en su momento, y la poesía siempre en el centro y en la médula.
-¿Cómo llega a vos el hecho creativo? ¿Surge el tema primero? ¿El título? ¿La necesidad?  ¿La oportunidad?
-Depende de cada libro, nunca es igual. El título no suele surgir antes en mi caso, encuentro que es lo más difícil de poner, toda una apuesta. Tiene que representar o cifrar al libro, y ser su puerta de entrada; incitar al lector sin decepcionarlo después. Las imágenes también tienen un lugar poderoso. En Finisterre, por ejemplo, el poder simbólico del lugar geográfico y todo lo que evocaba en mí, fue determinante. Los temas importan, pero nunca llegan aislados de tramas y posibilidades narrativas. Y siempre se escribe lo que es necesario, aunque solo suele publicarse lo que es oportuno…
-¿Cómo determina lo que vas a escribir el curso de la realidad y las necesidades socio-político-culturales? ¿O no es importante para nada?
-La realidad siempre incide, en todo lo que hacemos y pensamos como escritores. Pienso en la novela histórica, de la cual se ha dicho que es el género más vinculado con el presente. Porque interpelamos el pasado siempre en relación con los nudos conflictivos y los puntos de interés que nos marca el presente, en función de aquello que esperamos explicarnos y descubrir.
 –Has abordado temas totalmente diferentes: novela histórica, investigación y dentro de esta última vertiente “Cuerpos resplandecientes. Santos populares argentinos”, esto marca esa diversidad de inquietudes, ¿al momento de crear sólo hay un tema: escribir-se?
-Los temas no son tan diferentes. Se trata de distintos tipos de asedio a un mismo núcleo de problemas: los existenciales, los histórico-sociales. Cuerpos resplandecientes puede parecer un tanto exótico dentro de mi producción, pero sin embargo empalma perfectamente con los dos libros de cuentos anteriores: Historias ocultas en la Recoleta, y Amores insólitos. El imaginario de la fe (la fe popular, en este caso), completa el de la muerte y el del amor. Y todos configuran la trama compleja de la vida en este rincón del mundo.
–Cada libro sin dudas nos revela algo de María Rosa, elegimos algunos para despertar tu mirada retrospectiva y que nos cuentes lo que significan para vos:
-Lo intento, en muy pocas palabras.
Novela:
La pasión de los nómades.  La deuda con el pasado y con las culturas originarias, la aventura, la vuelta sobre las propias huellas para comprender el presente. Y un itinerario personal inolvidable: nuestra propia “excursión a los indios ranqueles” en familia, siguiendo la de Mansilla.
Una mujer de fin de siglo. La mujer creadora, ayer y hoy.
Finisterre La experiencia extrema, los fines de mundo, el cruce cultural, la libertad y el cautiverio.
Todos éramos hijos La adolescencia. La intemperie. Aceptar o no aceptar las condiciones de la vida. El temor y el temblor. La utopía y la tragedia. Ser hijo, ser padre. El sacrificio.
Cuento:
Marginales Vidas condensadas, (auto) biográficas poéticas, al filo de la muerte o después de ella.
Historias ocultas de la Recoleta. Sucesor de Marginales. Desarrolla, sobre el cementerio de la Recoleta, la amplificación de la lápida y el epitafio. Cada vida es una metonimia de su contexto y de su tiempo, y también una metáfora.
Poesía (poema en prosa, microficción lírica): Destello, iluminación, explosión. Visión fugaz  y profunda. Todo relato existe para desembocar en la poesía.
Visiones
Forma oculta del mundo
Esperan la mañana verde
Historias del Cielo
(Reunidas en Bosque de ojos)

Ensayo:
Sábato: en busca del original perdido. Libro surgido de mi tesis doctoral sobre un escritor que trabaja sobre símbolos fundamentales de la cultura occidental desde una perspectiva latinoamericana y argentina.
Los gallegos en el imaginario argentino. Saldar una deuda con el pueblo de mi padre, que es también el colectivo migratorio español más numeroso de la Argentina. El libro marca el desfasaje entre la innegable importancia del grupo como constructor de nuestra sociedad y las representaciones estereotipadas que minimizan o desdeñan su aporte. Y al mismo tiempo, muestra cómo la literatura puede ir más allá de esos estereotipos.
Ediciones Críticas:
Lucía Miranda. Rescate editorial y crítico de la primera novela escrita por la literata más importante de nuestro siglo  XIX. Que además es la primera novela en la saga secular del mito de Lucía Miranda inaugurado por Ruy Díaz de Guzmán, donde el mestizaje hispano-aborigen aparece como matriz fundadora de la sociedad argentina.
Diario de Viaje a Oriente. Un descubrimiento (el manuscrito inédito del  primer texto escrito por Lucio V. Mansilla: su diario de viaje al Oriente, cuando era apenas un adolescente) que nos llevó a mí y a mi equipo a toda clase de pesquisas, y nos ofreció un verdadero mapa genético de su obra posterior.
Es una obra muy extensa desarrollada en corto tiempo, si contamos a partir de 1984.
-Pareciera ser que en narrativa, sobre todo novela, apoyás la estructura en hechos históricos o personajes de cierta trascendencia ¿cómo trabajás el aspecto ficcional al momento de recrear los ámbitos en el espacio-tiempo?
-Con imaginación y muchas lecturas.
-¿La imaginación pura es para la poesía y las narraciones cortas?
-La imaginación nunca es pura. Emerge desde el mundo en el que vivimos y dialoga con los textos que leemos.
–Desde los años que te conocemos, siempre nos ha intrigado cómo distribuís el tiempo entre la vida familiar, lo laboral (comentarios y críticas en medios gráficos, entrevistas, ferias nacionales y mundiales, el Conicet, ser directora de colecciones para editoriales y “la creación literaria” tan extensa, comprometida y continua? ¿Una Mujer Maravilla, tal vez (en el mejor sentido)?
-No, para nada, tengo muy poco en común con ese personaje con poderes extraordinarios. Solo soy organizada, laboriosa, creo que con gran sentido práctico, y me gusta lo que hago. Por eso lo sigo haciendo obstinadamente.
-¿Cómo ves la literatura actual?
-Se publica mucho, florecen las editoriales, pero el público lector no ha crecido en la medida de la oferta. Me parece que no hay lectores suficientes para tanta multiplicación de libros, y que para los lectores que existen, es muy difícil orientarse en un medio donde unas novedades tapan a las otras. En medio de esta superabundancia, siguen surgiendo nuevos y buenos escritores, algunos visibles y otros no.
-¿Qué opinión te merece esta euforia generalizada por escribir, que pareciera ser que hay más gente que escribe que lectores?
-Es posible que en esta era de “hipertrofia del yo”, escribir sea una forma más de exhibición narcisista de la propia intimidad para parte de la gente que lo hace. Esa tendencia es clara en las redes sociales y quizás explique algo de la hiperproducción. También, tecnológicamente, hoy es mucho más sencillo imprimir un libro, aparte de los medios de publicación electrónica de fácil alcance.
-¿Cómo se aprende a escribir? De acuerdo con tu experiencia ¿qué hay que tener en cuenta?
-Siempre pensé que no hay recetas para escribir. Ante todo, hay que leer, mucho, y sacar las propias conclusiones.
-¿Cómo se atraviesan las críticas, las envidias (y aquí recordamos al querido Koremblit que siempre decía: “Los escritores son como un baile de ciegos: todos se abrazan, pero ninguno se puede ver?”)
-El mundo literario está lleno de resentimientos y de pavos reales, algunos más insoportables que otros. Hay, si se quiere, ciertos atenuantes. Es que quizás hace falta una dosis extra de auto afirmación para resistir en esa postura a contracorriente que implica ser artista. Pocos emergen de la oscuridad y la lucha por el reconocimiento es dura. De todas maneras la vanidad, la maledicencia, la envidia, no son exclusivas de los escritores. Las hay en todas las profesiones y son parte de la condición humana. Es cuestión de aceptar que las cosas son así, y sumarse lo menos posible una misma al coro de las insidias. También, hay que decir, se cosechan amigas y amigos duraderos en el medio intelectual. No todo se reduce a celos y competencia.
 –Por estos tiempos vemos que cualquiera que aparece en los medios, publica su librito, sin importar contenidos ni virtuosismo literario y los escritores reales (muchos buenos) no logran la oportunidad de alcanzar la masividad: ¿es un signo de los tiempos o siempre fue más o menos igual?
-Me parece que ahora es peor, porque, como lo comentaba antes, hay mayor capacidad tecnológica para producir libros. Para las grandes empresas es fácil hacerlo y también hacer editar y pulir los textos de las estrellas mediáticas que son una garantía de venta. Esos nombres taponan a los otros, porque alcanzan una difusión muchísimo mayor.
-¿Qué le falta a la industria del libro en Argentina para que funcione el circuito, escritor-editor-librero-lector?
-Los eslabones más flojos creo que se encuentran en la posibilidad de hacer llegar los libros a los lectores. Primero, ¿cómo lograr que el público se entere de que un libro ha aparecido? Los suplementos literarios no dan abasto, los programas de TV o radio específicamente culturales son pocos, y la literatura tiene escasa oportunidad de ser difundida en los de interés general. Otro gran problema lo representa la exhibición de los libros. Tampoco las librerías tienen espacio. Pero hay alternativas: el mundo de los blogs, las redes sociales, las ventas electrónicas, todos factores que pueden crear otros circuitos para llegar al público.
-¿Has alcanzado lo que pretendías desde el punto de vista creativo o, a pesar de toda tu maravillosa obra, sentís que falta algo?
-Hay un verso de Tagore que siempre recuerdo y que cito: “La canción que yo vine a cantar no ha sido aún cantada. Los días se me han ido afinando las cuerdas de mi arpa”. La verdad es que así me siento muchas veces. Que no pasé de los preliminares. Y no sé si alguna vez llegaré a cantar realmente esa canción.
 -¿Cómo has ido viviendo la recepción del público?
-Siempre me emociona mucho y no dejo de agradecer que, en un mundo saturado de libros, haya quienes se dediquen a leer los míos y los aprecien.
-¿Considerás que hay una línea que separa la llegada al gusto del público y que no tiene nada que ver con la calidad del autor? ¿De qué depende poder atravesarla?
-Realmente, no sé por dónde pasa. Siempre hay modas en cuanto a las preferencias lectoras. Hoy día en la Argentina vemos un auge de la novela policial, también de la novela sentimental de marco histórico, o la erótica, del tipo de Cincuenta sombras de Grey. Pero por supuesto que cada escritor, si es genuino, tiene su propio proyecto, y no va a ponerse a escribir dentro de moldes predeterminados solo para atraer al público. Escribimos por necesidad de expresión y de conocimiento. Si lo que hacemos convoca lectores, siempre es maravilloso. Y si no sucede así, tenemos que afrontarlo.
-¿Cuál será tu próxima publicación?
-Escribir Todos éramos hijos fue una experiencia intensa, de gran compromiso emocional. Aún no sé qué vendrá después.

Thomas-Yudé

jueves, 9 de abril de 2015

Un país sin patriotas - Nota publicada en Notiserrano

Un país  sin patriotas


Por José Luis Thomas

Tal parece ser la nueva tendencia en argentina. De pronto comienza a desvanecerse esa protección invisible, ese fuerte inviolable, detrás del cual nos sentíamos a resguardo de esos egos enfermos que, de tanto en tanto, deciden hacer valer la impunidad de sus visiones personales.
No es un tema menor, pero parece serlo.
Los argentinos han entrado en la noche guiados por luces irreales. El avance de la ignorancia como método de conquista ha comenzado a dejarse ver. Todo induce a considerar el sentimiento de patria como un anacronismo. Pensamiento que ya se refleja en las acciones, en el trato cotidiano, en el deterioro de las formas que nos sintonizaban como partícipes de un destino común, que a su vez, nos permitía reaccionar cuando los atropellos políticos, sociales, económicos nos ponían en peligro. Ese detector ya no funciona con la celeridad y el adecuado sincronismo con la realidad. Hay un sentimiento general de laissez-faire ¿Nos estarán ganando por cansancio? ¿Será que los enfermos de turno saben de esta debilidad y la están llevando hasta las últimas consecuencias?
Todo es posible y más, en el plano de confrontación con valores fundacionales que se enfrentan a ideales oportunistas, que no buscan el bien común, sino el personal, camuflados en un discurso que intenta adormecer las conciencias hasta hacerlas ver y creer lo que proyectan e imponen como la gran reforma socio-política.
Es evidente que hay una división tajante e irreconciliable, no porque sea el deseo de la gente en sí, sino porque las posturas sientan basas en éticas y morales opuestas, y en ese bien en franca desaparición que era el sentimiento de Patria, el Ser Patriota.
Nunca anduve haciendo gala de Patria o de ser patriota porque no era necesario: era un modo de ser tácito; no se me hubiera ocurrido trabajar en contra del país; ni generar desmanes para destruir la unidad nacional.
Hay quienes no dejan de hablar de la Patria como si no sintieran que ella y ellos son uno solo e indivisible y paradójicamente los que más hablan de Patria son los que la saquean, destruyen, venden, dilapidan y usufructúan en beneficio propio enriqueciéndose a costa del resto de los compatriotas.
Recordar el sentido de Patria y Patriotismo antes que el criterio de una Patria grande que involucraría a toda América Latina. Una grandilocuencia innecesaria, un letrero demasiado luminoso para encandilar inocentes y seguir repitiendo aquello de “los espejitos de colores” con los que fueron estafados los pobladores originarios, mientras los saqueaban, robándoles el oro y la plata. Han cambiado los tiempos, pero no las conductas; y no es cuestión de conquistadores y conquistados; tiene más bien que ver con la conducta humana, con los que no “necesitan tener para ser” y los que “si no tienen, no pueden ser”.
Es un viejo mal de la humanidad.
Y siguiendo estas conductas encandilatorias y haciendo referencia a los pueblos originarios, se ha dado en hacer liturgia barata con la reivindicación de derechos de estos antepasados, mientras en el presente son maltratados, olvidados, vituperados, estafados e inducidos a todo tipo de humillaciones al tiempo que son utilizados para sumar votos. Las provincias del norte argentino dan cuenta de este atropello, de esta afrenta: resulta que es fácil hablar de los pueblos originarios como una abstracción, como un homenaje a los antiguos habitantes, que no pueden decir palabra, ni quejarse, mientras que se ningunea a los que viven en el presente.
Patria, sustantivo femenino, país o lugar en el que se ha nacido; lugar con el que una persona se siente vinculada por razones afectivas, dice el diccionario
Patriotismo: sustantivo masculino Amor a la patria.
Dos definiciones para nombrar un sentimiento que está perdiendo vigor.
Del patriotismo se dice que es amor a la patria; ahora convengamos que hay amores que matan. Se hace necesario redefinir ese campo subjetivo, emocional y ambiguo.
Podemos, por otro lado, redefinir el amor a la patria, por todo lo que no es: así diríamos que: No es saquearla, Hipotecarla, permitir que la exploten con fines egoístas, depredarla, venderla a extranjeros inescrupulosos, permitir que sea tomada por potencias extranjeras so pretexto de hacer negocios rentables, permitir la deforestación, hacer minería a cielo abierto, crear políticas que dividan a sus habitantes, hacerla rehén de regímenes absolutistas, fascistas, anti republicanos, enfrentar a los ciudadanos separando a pobres de ricos, determinar que los que no se avienen a las políticas de turno son enemigos, impedir la prensa libre,  mentir, tergiversar, hacer negociaciones ilícitas, manipular a la Justicia en beneficio de los que detentan el poder, generar inseguridad, permitir el avance de la droga y darle espacio a quienes trafican con ella, desatender las necesidades de cada uno de los habitantes, permitir que la gente aprenda a vivir sin trabajar, o dejar que una parte de la población mantenga a otros, generar leyes arbitrarias, gobernar verticalistamente y que el Congreso pierda autonomía y libertad, actuar desde el poder con sentido de patrón de estancia, enriquecerse con la función pública, utilizar los bienes del estado con fines personales o partidistas… y más, puedo seguir enumerando formas que distan de lo que se supone es el amor a la patria.

De todas maneras esta postura puede ser vista por lo menos de dos maneras; los que hacen de estos conceptos su modo de vida y los que pueden discernir y darle a la patria en lugar de quitarle.
Claro, si vamos a determinar el sentido de los bienes comunes desde posturas individualistas y con pretensiones de egoístas todos tienen razón. Pero no es así. No se puede determinar el estado del bien común por las lógicas empleadas desde un solo punto de vista, que pareciera ser el que adoptan los partidos políticos que adhieren al carisma de un líder, un salvador, un oportunista que para ese momento histórico parece asumir el rol de emergente social y encarnar el sentimiento de la mayoría. Ser mayoría, no quiere decir que se esté en el sendero de lo lícito, verdadero o justo. Sabemos que las mayorías se mueven desde conductas emocionales basadas en disfunciones e ignorancias propias de quienes determinan el valor de la vida sólo por las apariencias externas y las necesidades primarias, que si bien deben ser atendidas, no se puede sostener toda la estructura de las determinaciones, político-sociales-económicas, en sus demandas puesto que éstas son de corto alcance.

La visión de quienes asumen el destino de la Patria, debe ser amplia, incluyente, reflexiva, integradora y con proyección de futuro, basada en el entramado de las clases sociales, que más allá del factor económico, son determinadas por la capacidad de pensar y hacer, con objetivos tendientes al bienestar general.

El ser humano entre otros elementos de su estructura de personalidad está determinado y manipulado por el “ego” que basa sus demandas desde la arbitrariedad de los sentidos que lo inducen de maneras diversas, por eso “las derechas y las izquierdas” a la luz de esta realidad, son obsoletas. Debemos tender a una integración de los ideales en función de reconocer al ser humano como un todo cambiante, que tiene necesidades básicas a las que se debe atender y necesidades ulteriores, que surgen como expresión de sus deseos y de las imposiciones del ego.
No se puede imponer desde el Poder una sola línea idearia y ejecutiva; más aún cuando a la luz de los acontecimientos y las conductas de los dirigentes vemos que no se corresponden los mandatos ideales con la práctica, puesto que hacia el pueblo manifiestan ideales basados en postulados de izquierda y hacia adentro usufructúan los beneficios del poder para vivir con beneficios propios de las derechas a las que defenestran.

Estas incongruencias y estos atropellos groseros nada tienen que ver con el patriotismo.
Así vemos a un pueblo que pierde su sentimiento de Patria, como ese bien común, hogar, que lo ampara, para verse expuesto a todo tipo de enfrentamientos, deslealtades, desilusiones y violencias que le han ido haciendo perder ese sentido básico de ser parte del todo. Un todo que se diluye en  absurdas grietas ideológicas que se esgrimen como identidad, pero que en la práctica generan divisiones y enfrentamientos que llegan a ser trágicos.

Se ha perdido la Patria, se ha perdido entre nosotros, la hemos extraviado en confrontaciones y luchas intestinas, propiciadas desde el poder, pero legitimadas por el voto popular, por eso recalco que las mayorías pueden ser portadoras de obscuridad, negligencia, ignorancia y atropellos basados en ideales anacrónicos. Si el hombre no reconoce su naturaleza, no sabe que es rehén de sus deseos y de las imposiciones de su ego que le demanda todo tipo de satisfacciones, y si se somete a él sin reflexionar, como un ser irracional, nunca podrá superar sus posiciones ni evolucionar, por más ideales de izquierda o de derecha. La evolución se produce cada vez que se toma conciencia de que somos parte del todo y que lo que hacemos afecta integración de las partes.
La Patria es más que un símbolo de identidad, es parte de la naturaleza esencial de cada ciudadano, no sólo es cuestión de tener repentinos arranques emocionales sentimentaloides, ni es suficiente hablar de ella y su riqueza o sus paisajes o variados climas. La Patria somos cada uno de nosotros y la engrandecemos o la destruimos con cada acto que hacemos, por eso que votar no es algo más, que si gana el candidato de nuestra elección podremos beneficiarnos individualmente; no es así, ese voto tiene que servir para poner en el poder a aquellos que más destreza han demostrado para promover el bien común, porque ese bien común es La Patria que somos todos y cada uno de los que la integramos: blancos, negros, podres, ricos, inteligentes, ignorantes, creativos, rutinarios, más allá de ideales, bandería políticas, religiosas, sexuales, y lo que sea que nos pueda hacer creer que no merecemos ser parte de ella.

Ser patriota es ser coherente, trabajador, sensible, integrador, comprensivo, solidario, agradecido, hermano en pensamiento, palabra y hecho; todo lo que no encaje con estas características está fuera de ese sentimiento de identidad profunda llamado Patria.