viernes, 7 de diciembre de 2012

Publicado en Notiserrano 126


La palabra 


De tanto usarla, las más de las veces sin sentido, pierde su valor y en lugar de comunicarnos, nos vuelve extraños y distantes. 

Por José Luis Thomas

La palabra es el vehículo que lleva el ser; lo expresa, es decir, lo saca de preso, lo libera de todas las fronteras reales y de aquellas que cada uno crea con sus ideas y lo comparte para integrarse a la  danza singular de las relaciones humanas; ese juego estructural donde debe primar la cordura para que no perdamos el equilibrio que nos mantiene unidos al concierto sideral.
Pero no queda ahí su alcance y la dimensión de su esplendor; es la que crea un puente comunicacional indiscutible con todos los seres que integran los reinos naturales. El ser humano, entonces,  tiene  el deber de cuidar de la naturaleza, puesto que entiende y razona, la palabra crea los conceptos por medio de los cuales se hace evidente la realidad.
Tan importante como la sangre por el cuerpo, mantiene viva las conexiones funcionales.  Su tarea primordial, la comunicación,  pasa a ser parte del mecanismo por el cual habremos de entendernos intentando hablar un mismo lenguaje, a pesar de las diferencias lingüísticas, esa palabra viva ha de significar lo mismo en cada idioma: amor, comprensión, tolerancia, respeto, unión, amistad, servicio, y otras que son parte indiscutible de la armonía.
La palabra ha de ser clara, precisa, mientras más sencilla mejor; que contenga no sólo la iluminación del intelecto sino la esencia vital del  amor. No se puede avanzar por la vida sin integrar la inteligencia del intelecto con la inteligencia emocional. Podemos disentir en muchos temas con respecto a las visiones del mundo y sus cosas, pero bajo ninguna circunstancia debemos permitirnos crear divisiones que nos lleven a pensar, siquiera por un instante, en la posibilidad de tomar la vida de algún semejante, porque no podemos acordar con él en algún sentido; tanto en lo individual como en lo general, entre dos seres humanos como entre dos naciones.
La humanidad lleva muchos años en este planeta y aún es víctima de los mismos errores a pesar de los avances tecnológicos y científicos; aún no logra prioritar el amor como base fundamental para su desenvolvimiento en la tierra. Todavía no comprende aquello de que “lo esencial es invisible a los ojos” que decía le petit prince. Aún nos dejamos encandilar por los efectos fulgurantes de los sentidos, que apelan a nuestros deseos para arrastrarnos en pos de naderías, permitiendo que la palabra pierda su valor, que sea lo mismo decir una cosa que otra.
Estamos viendo una era en la que se destaca el avance de las comunicaciones, con internet a la cabeza; sin embargo, cada vez estamos más incomunicados. La comunicación virtual no es comunicación, puesto que no entraña compromiso. Se puede mentir, distorsionar, falsear e inventar lo que sea, utilizando photoshop y otros mecanismos técnicos para generar una realidad que nada tienen que ver con la verdad. Así se manipulan o se siguen manipulando las emociones, los deseos y la servidumbre a dioses de barro.
Los seres humanos nos estamos vaciando de contenido, y la palabra como herramienta, tiende a desaparecer y soterrar su riqueza expresiva en favor de signos que nos impulsan a una comunicación rápida y superficial, que no se proyecta desde el amor, sino que es urgida por las apetencias sensuales, las demandas consumistas.
Entonces pregunto ¿apurados para llegar a dónde? En lugar de aquietarnos y dejar que fluya nuestro universo interior que contiene todo lo que necesitamos, somos estimulados a buscar fuera algo especial y supremo, que está en un futuro equidistante que nos aleja irremediablemente de nosotros mismos, del calor esencial  de la palabra que lleva el amor, la comprensión y  el servicio.  Y aunque se hable de unión, todo conduce a desunir, a dividir, a separar, y cuando eso sucede se crean campos contrarios, adversarios, y aparecen los conflictos; las luchas de poder y con él ese deseo malsano de pretender imponer la supremacía del más fuerte.
Por eso la palabra no debe perder su vigor, para no dejar morir los conceptos que hablan de todos esos temas que nos permiten mantener viva la llama del amor, y de la unión con cada uno de los seres vivos del planeta tierra, nuestra única casa en el universo.
Hombres y Naciones unidos por la paz y el amor, trabajando al unísono, reconociéndonos como herederos permanente de la vida.
José Luis Thomas

Nota publicada en Notiserrano 126


Cuando en el pasado ya se vivió el presente 


Procesos populares, emocionales y desesperados, que comienzan como una solución y se van convirtiendo en una tragedia. 

Por José Luis Thomas

Frente a momentos históricos como el presente, en Argentina, para tomar distancia y comprender mejor la forma que adoptan los acontecimientos, vuelvo mis ojos al pasado, a otros países y a hechos puntuales que luego hemos juzgado, preguntándonos  cómo fue posible que sucedieran.
En primer lugar no sucedieron de golpe; se fueron instalando.  Como base, una situación general de diferentes causas políticas, económicas y sociales por debajo de la media que permite sobrellevar la vida en armonía. En segundo lugar, la aparición de personajes que sostienen un discurso mesiánico, que parecen encarnar el sentir de gran parte de la población y que en alguna medida los representa frente al resto de su congéneres,  que permanecen entre adversarios  y dudosos. No es fácil ver lo que pasa mientras pasa y uno está comprometido física y emocionalmente y se esperan soluciones que permitan contrarrestar el deterioro visible de las causas primeras. Menos aún, en países tan “emocionales” como el nuestro.
Para ver mejor lo que estoy diciendo retrotraigámonos a la Alemania antes y durante el advenimiento de Hitler, o a Rusia antes y durante la instalación del régimen comunista.  No por el comunismo en sí mismo, sino por la confiscación de la libertad y por las matanzas indiscriminadas a todo lo que se opusiera al sentir y pensar de los gobernantes.
Ahora nos espanta el  holocausto judío perpetrado por Hitler y todos los hombres que desde el gobierno se volvieron una prolongación de la mente del líder sin conciencia propia y en la mayoría de los casos adherentes a quienes les convenía esa sumisión, así como deploramos las matanzas de Stalin, Franco en España o de tantos otros semejantes en otros países a lo largo del siglo XX y en lo que va del XXI.
Nunca como hoy, por estos días en mi país, comprendo tanto a los que sufrieron esas persecuciones y vieron cómo sus países caían en manos de totalitarios, fascistas y  mesiánicos que consideraban que sólo su modelo era el único posible para llevar adelante la vida.   Que gobernaban sólo para los que les eran adictos, que al resto los ninguneaban, desaparecían, torturaban y mataban.
Nunca tanto como hoy siento que aquellos días de horror comenzaron como están comenzando los nuestros, de un acontecimiento en otro, poco a poco, entre dádivas, discursos engañosos, negaciones de la realidad, y deterioro de la Justicia como único poder capaz de garantizar igualdad para todos.
Nunca tanto como hoy siento ese dolor; ya no es más el dolor que se siente como reflejo de lo que produce una crónica, un libro o una película relatando esos hechos monstruosos, es parte de la sensación que se hace carne en mi país de instante en instante.
Nunca  tanto como hoy siento que el método usado por aquellos dictadores y asesinos dividiendo deliberadamente a la población y llevándola a un enfrentamiento genocida entre hermanos por el sólo hecho de pensar distinto, es el mismo que estamos padeciendo.
Nunca tanto como hoy me doy cuenta que la historia se repite, que los hombres somos presa fácil de la locura, la ceguera, el odio; que la lucha de clases no es teoría, sino una realidad que se palpa en la propia aldea.
Nunca tanto como hoy siento y veo transcurrir frente a mí una guerra de pobres contra pobres.
Por eso me parece absurdo escuchar a quienes se duelen por los desaparecidos de nuestro país; porque estamos propiciando nuevas desapariciones (no sólo físicas, sino morales);  los perseguido se han convertido en perseguidores; se han  vuelto lo mismo que odiaban;  y no es verdad que duela el holocausto judío, estamos repitiendo la fórmula que lleva a repetir esas muertes en las muertes cotidianas (La inseguridad y sus consecuencias).
No tienen sentido los discursos, ni las cifras  de los avances o retrocesos de puntuales situaciones en el marco de la economía, cuando se están gestando genocidios que ya fueron sufridos por otros hermanos en otros países, pero que por lo visto no hemos comprendido; esas muertes de entonces son en vano,  si no somos capaces de revertir el proceso del odio y la partidización que nos lleva caer una y otra vez en esa ciénaga pestilente.
Muchas veces, cuando hablo de todo esto y lo escribo -hace un año publiqué un editorial que decía: “Estamos en guerra civil” -me tachan de exagerado y pienso y me pregunto: ¿así habrán intentado descalificar a los que veían venir la locura Hitleriana, como el germen de tantos otros sistemas que produjeron genocidios, guerras y persecuciones de todo tipo?
No querer ver, no escuchar a los que tocan otra campana, no permitirle al propio juicio corroborar en la realidad, más que a los discursos engañosos; perder la intuición, la percepción, cegados por el partidismo, o el propio bienestar, es propiciar el caldo de cultivo que pueda producir las consecuencias más horribles e impensadas.
Lo que les pasó a otros, en otros países, que no eran extraterrestres, puede sucedernos a nosotros y de hecho ya nos pasa. Basta con detenernos a escuchar, mirar, corroborar en la realidad cómo poco a poco, se confiscan las libertades, se miente con respecto a las cifras oficiales, se intenta atropellar a la justicia,  se impone una voluntad suprema que anula las voluntades individuales en el Congreso; se somete a las clases más bajas utilizando sus necesidades para comprar voluntades, se impone una ola de inseguridad para amedrentar a la clase media; se avanza con una desmedida propaganda oficialista que paga todo el pueblo, y con un discurso engañoso que pretende ir contra las corporaciones y los monopolios no oficialistas, mientras se crean corporaciones y monopolios adictos al modelo.
Cuando uno ve que la mentira   avanza como un cáncer, instaurando confusión, deterioro de las voluntades, estado abandónico frente al avance totalitario y sensación de impotencia que reduce al ciudadano a su mínina expresión, por cuanto desconfía de todo y de todos, es que aquellas historias de horror y muerte sufridas por otros hombres y razas nos dicen que antes de ser muertos y mutilados, perseguidos, vejados y encarcelados, tuvieron días como los que hoy estamos viviendo los argentinos,  en los que se mezclaba la realidad y la ficción, produciendo un estado de semiconciencia en la que adormecidos y temerosos se abandonaban al brillo falso de ideales que vendían soluciones mágicas, pero que desconocían la naturaleza humana,  ese fundamento esencial de la vida que es la libertad.
No se confundan amigos, no todo comienza con un tanque arrasando nuestra casa, para cuando eso sucede,  alrededor ya no queda nada en pie.
Los finales no comienzan sino poco a poco, tal como se calienta el agua antes de la ebullición y si usted está en la olla es muy posible que se haya ido cocinando lentamente y al final ya esté listo para que se lo coman.

martes, 16 de octubre de 2012

Comentario publicado en Notiserrano 125


Tanto infierno Tanta belleza 


La nueva novela dela talentosa escritora cordobesa Reyna Carranza, en una mezcla de ficción y realidad de la que ella misma es parte fundamental.

Por José Luis Thomas

Con la emoción en la garganta, envuelto en tanta belleza, uno sintió todo el infierno; no es sólo parafrasear el título de la reciente novela de Reyna Carranza: Tanto infierno, Tanta belleza, es la más ajustada forma de iniciar este comentario en el que, por haber vivido, reviví el pasado, articulado tan desde lo profundo que se me hizo imposible leerlo desprendido de mis propios ecos. Sin embargo esa emoción no impide una lectura limpia y prolija que escudriña de manera natural, la técnica y los soportes del oficio que la escritora antepone a sus propias emociones, recreando en una novela de corte intimista los sustentos históricos que la convierten  en una epopeya vibrante que une sucesos y personajes de  siglos pasados, con aconteceres de muy reciente data que nos permiten inferir que la canción se repite en un juego de mascaradas que terminan por derribar todos los ideales, todas las esperanzas.
Esta novela, es una versión corregida y mejorada de Guerreros y fantasmas que Reyna, publicó en 1998.
Clara, el personaje que asume la identidad de la autora, atraviesa en lo profundo de sí un periplo de tiempos, verdades históricas y mitos en un entramado narrativo, al que por otra parte Carranza nos tiene acostumbrados, con un estilo que va desde un soterrado deambular psicológico a enhebrar los pasadizos de la realidad que la impulsan a salir en busca de respuestas.
Es impactante y sensual este modo de contar, y tan natural, que el lector se introduce en las profundidades del texto llevado  con notable sencillez.
La interposición de tiempos y fragmentaciones de la realidad juegan un papel sustancial en este modo de contar, no lineal, que induce a desestructurar la propia ansiedad, imponiendo un juego de espejos que reflejan lo real y lo ilusorio. Lo que se dice adquiere la dimensión absoluta de una verdad que no se cuestiona porque está imbricada en eso que todos sabemos que es la realidad, una mezcla de lo inevitable, lo dado, con lo imaginario y lo adquirido en busca de otra dimensión que nos instale en el universo.
Clara-Reyna, se revela y narra desde todos sus desgarros. Se vuelve absoluta y nítida. No ha lugar para, por parte del lector, no entrar en la trama convencido y dentro del marco de esa seducción que la escritora maneja con absoluta maestría.  Ella sabe cómo quiere decir lo que grita y demanda salir de preso; ella le impone a los personajes reales y los fantasmales la dimensión del aquí y ahora y los empuja a dejarse atrapar  en el juego erótico de no poder resistirse, sino caer rendidos y amparados por ese espacio simbólico e infinito de las páginas que intentan encerrar una historia.
Los personajes reales, parte de la historia de nuestro pueblo, son parte de la propia autora desde el lugar biográfico. Los sucesos, los ambientes que describe en forma suelta, sin abigarrar metáforas o simbologías ajenas al decurso del relato, los hombres y mujeres que trae al ruedo para ir conformando la trama se dibujan de tal modo que se nos hacen familiares y hasta podemos sentir que nos incorporan a sus vidas recreando voces y olores; entornos y sobre todo la sensación del largo transcurrir de los tiempos; el peso de vivir sus tragedias, la nostalgia de los anhelos y por momentos –entre flagelos y bendiciones- un eterno retorno.
El lector asiste al paso histórico mientras –es inevitable- lo asalta un paralelo con el presente más visceral.
Tantos infiernos vividos para estar aún regodeándonos en las brasas. No se puede dejar de sentir que todo se repite desde ángulos diferentes, aunque nos parezca que hemos ascendido, como pueblo, en la idea de democracia y libertad. Todo se repite; no porque lo diga específicamente la novela, aunque sin dudas lo dice- puesto que uno lo percibe y se conmueve, mientras se hiela la sangre.
Unitario, Federales, Militares, Democracias, en un rosario infinito de retornos.
Lo que sin dudas convierte a este libro en una entrañable narración es el despertar del amor en medio del dolor, del exilio y de la belleza que, subsiste, sin dudas, aún en las tragedias.
Clara y Hernani; ellos cargan con el peso de  contarnos la historia de sus vidas y de las nuestras, en un ascendente amor que los redime, los salva y los ampara de todo lo que se repite. Ellos son los únicos que trascienden el deambular de las miserias, las pérdidas y el desatino de todas las locuras que hacen los autócratas, los totalitarios, los obsecuentes, los  miserables de todos los poderes.
Uno siente el dolor del exilio, la desgarradura de los que tuvieron que irse y luchaban por los otros, por nosotros, que permanecimos, callados, dormidos, indolentes, impotentes, asustados, negados, oportunistas, que tal como en el presente, “esperamos que toquen a nuestra puerta” para reaccionar. Porque “callar y apartarse, es también ideología” dice Hernani. Y en otro pasaje se lee: “La tarea de Hernani y su grupo era convencerlos, por encima del miedo, para que testificaran el horror, la persecución y el genocidio”.
En un párrafo donde Clara cita de Luis Franco dice: -“sin duda, a Sarmiento y a Alberdi, como a José Martí, más tarde, les faltó ojo, o valor, o tiempo para ver la verdad más subterránea: que todo gobierno de clase implica, fatalmente, una dictadura oligárquica: es decir que bajo el biombo democrático y parlamentario, la clase poseyente gobierna por sí y para sí, y el pueblo elige lo que le mandan elegir”….
Clara deambula por un país que la recibe pero no la define; trabaja en él y por su trabajo se relaciona con un mundillo intelectual de relevancia literaria, artística y humana. Los nombra puesto que compartió la vida con ellos.
En algún párrafo expresa convencida: “todo autor tiene un único tema, escribimos siempre la misma novela”. Así es, no  es posible separar el fondo de la forma. Se alternan, y son en la medida que entran en el ritmo del estar.
No se priva de frases cargadas de poesía y sugestión: “como un clítoris dormido”, ejemplo de lo que considero una poética narrativa de singular belleza. Reyna Carranza articula el lenguaje de manera tal que crea una sugestión tan afinada, tan certera y por momentos mágica, que lo real y lo soñado se alinean para redefinir el lenguaje y las posibles interpretaciones que sugiere el texto concreto.
En suma Tanto Infierno, Tanta belleza, recrea en forma admirable, como dije, esos sucesos del pasado reciente, muy doloroso, enlazándolo con los siglos anteriores en la individualización de una mujer que se busca en el tiempo y en los gritos de su sangre; y digo bien gritos, porque saber de sí es un mandato y la culminación que cierra el círculo con una apasionada costura de punto atrás, que surfila los acontecimientos con sus pasiones, odios, amores, abandonos y determinaciones que le fueron sumando las generaciones auto sometidas al silencio. Por eso, ella, que tiene el don de la escritura, tendrá en la palabra ese aliado sin par, que como una llave maestra abrirá todos los cerrojos y dejará volar hacia la luz todas las sombras. Sin dudas el amor es la fuerza de cohesión para Tanto Infierno, Tanta belleza.

José Luis Thomas

Publicado en Notiserrano 125


La misma historia enmascarada

Discapacidad para integrar las diferencias, a la deriva, sin políticas de Estado.

Por José Luis Thomas

Hay un río subterráneo que grita desde lo profundo, despertando ecos de tiempos cercanos, donde el terror de Estado aniquiló a miles de ciudadanos argentinos. Lo sentimos en la sangre, flota en el aire que respiramos; es parte de una sensación que compartimos a diario y sobre todo se vuelve evidencia cuando nos damos cuenta que la división entre hermanos argentinos está siendo tan profunda y casi irreversible que comienza a rondarnos el fantasma de la desconfianza: no tenemos seguridad  de con quién estamos hablando. (Así pasaba en el Franquismo en España, Padres contra hijos, hermanos contra hermanos y también en la época de Perón) La capacidad para distorsionar los discursos, y las conductas nos enfrentan con antiguas maneras de ser que “creíamos superadas” pero que sin embargo las vemos resurgir desde la entraña misma de los ciudadanos que son adictos al Poder de turno y adversarios del mismo; y me atrevo a agregar que es parte de nuestra genética como pueblo. Los genes fundacionales nos legaron una simiente que carece de moral y sufre de una visible falta de memoria;  adolece de madurez cívica y para colmo de males, o lo que es peor padece “egoísmo”; el sentimiento de hermandad que tanto se propala no es más que una mascarada que encubre sentimientos de inautenticidad.
Somos volubles, influenciables, inflamables muñecos de paja, un día ensalzamos y al siguiente denostamos; pasamos de un sentimiento a otro con tanta facilidad que enajena cualquier estado de cordura de la que se pueda inferir sentido común o madurez emocional.
Utilizamos las grandes palabras y los sentimientos más caros para manipular las conciencias en función de alcanzar objetivos personales de los que nos volvemos dependientes al extremo de corromper cualquier sentimiento de moralidad.
En este momento de nuestra locura criolla están en peligro la República, La Democracia y se hace evidente la ausencia de El Contrato moral. El pueblo en su conjunto carece de ética. Pero para saber de qué estoy hablando daré ciertas referencias que nos permitan refrescar los conceptos que hacen de esas palabras una guía para vivir en paz y armonía.
Es importante prestarle atención al lenguaje que no es sólo un medio de expresión sino una función del  pleno desarrollo de los individuos y de la sociedad. Es pasible de ser manipulado para imponer verdades falsas, inventar y crear realidades sociales inexistentes. Lo vemos en el discurso de los poderes en la actualidad argentina, manipulando desde lo social económico y político con cifras y apologías que intentan imponer una realidad ilusoria que conviene al discurso oficial y dentro de ese marco dejan caer la idea de que “su política es la única, que el modelo es indiscutible y lo aplican caiga quien caiga, que no hay otras salidas económicas ni otros caminos; que todo está bien.
Se crean imágenes falsas de los personajes involucrados con el quehacer público y se intentan imponer ideales de igualdad social partiendo de teorías de justicia social, cuando los que detentan el poder viven acorde con otras comodidades y se enriquecen  en forma fraudulenta al tiempo que su discurso intenta desviar la atención. Formulan principios que no se corresponden con las acciones. La discapacidad para escuchar y asociar los reclamos habla de un avasallamiento programado, escalonado y consecutivo que intentan imponer a cualquier precio negando a la misma Constitución que habla de República, de Estado, de soberanía, de derechos humanos y de bien común, pero las acciones colectivas y mafiosas introducidas en  los tres poderes del Estado están en evidente y patético antagonismo con los principios que fundamentan la Carta Magna. Se reinterpretan  en forma fraudulenta todos los sentidos que se fundamentan en principios basales de la democracia.  Los negocios privados y el clientelismo se confunden con lo público; es evidente la manipulación del sentido democrático cuando el amiguismo y partidización son los caminos de acceso a los cargos judiciales y técnicos.
Cuando el Estado se vuelve fanático obtuso de su propio discurso, niega las normas jurídicas básicas, desconoce los reclamos sociales como parte de un operativo montado por quienes ellos han elegido como sus detractores, cae en la  penalización, la represión y la persecución penal tiránica, abusiva, ilegal, que demuestra un autoritarismo exacerbado. Nos enfrentamos a una crisis institucional orgánica, las instituciones se desmoronan desde adentro.

La ética estudia “la moral” y la acción humana. Viene del término griego “ethicos”, carácter. Cuando hablamos  de ética nos referimos a  moral, establece la diferencia entre “lo bueno, lo malo, lo que está permitido y lo que no, dentro del comportamiento individual y social” establece un conjunto de normas que permiten ordenar el caos. La ética es la ciencia del comportamiento moral. La ética contribuye a la aplicación de normas legales en un estado de Derecho, no es punitiva desde el punto de vista jurídico, más bien promueve la autorregulación.

República viene del latín: res (cosa pública) República es una forma de organización del Estado. En ella el presidente cumple sus funciones por un tiempo determinado elegido por el voto popular que debe ser a través de elecciones libres y en forma secreta de manera tal que los ciudadanos participan sin presiones ni condicionamientos.
Cuando se comienzan a manipular desde los gobernantes los fundamentos básicos sustentados, sobre todo en la libertad y en cualquier intento de continuidad irrestricta, es que utilizando el modelo republicano se enmascara un deliberado Estado Totalitario. Lo grave de esta situación es que quienes la imponen lo hacen apropiándose de las voluntades individuales por medio de prebendas, clientelismo, dádivas, aparentes soluciones a problemas básicos y para cuando la población en su conjunto se da cuenta del manejo, estaría siendo tarde, puesto que esta forma de contaminación actúa como el cáncer y prolifera rápido y al igual que la letal enfermedad, mata a su huésped: la República, que sustentaba a la Democracia. Y para cuando esto sucede observamos que fundamentos esenciales de la república como lo son La Justicia independiente, la división de poderes, y la participación activa de los ciudadanos está en franca decadencia.
La visión de Aristóteles en su Política es la de ciudadanos, que por definición, se turnan en gobernar y en ser gobernados.
Los que detentan el poder se toman de Maquiavelo que en su obra republicana los Discorsi, que tanto en Il Principe como en los Discorsi, valora el juicio popular, pero su confianza está siempre de parte de quienes pueden manipular este juicio por el bien del Estado. Así, nos dice: «una multitud sin cabeza es inútil». (Sucede que “ese bien del Estado es parte de la subjetividad de quienes gobiernan en beneficio de sus deseos).
Señala que todos los presentes en alguna asamblea habrán observado hasta qué punto la opinión de la multitud es errónea, y, a menos que esté dirigida por un hombre superior, propende a actuar en contra de toda razón.
Elevar el juicio popular consiste en mejorar la aptitud de sus líderes para manipular dicho juicio. La capacidad del pueblo queda limitada a respetar la ley y las instituciones del Estado, pero no a fundarlas, ni a juzgar las propuestas más adecuadas. La capacidad del pueblo en una república, de acuerdo con Maquiavelo, se reduce a la capacidad de aprender a escuchar bien y decir «sí» o «no». Abandonados a sí mismos, quedarán impresionados por la familia de un hombre, por la compañía que lleva o por sus acciones extraordinarias. Juzgarán dejándose llevar por las apariencias y las opiniones comunes, de modo que podrán ser —y de hecho a menudo lo son— engañados por todos.
Estos principios aviesos –no son ajenos a la naturaleza del hombre, por eso Maquiavelo los expone en políticas donde “el fin justifica los medios” y esto es parte de la división entre “los elegidos por el pueblo para gobernar, en favor de todos –y los que gobiernan para sus partidarios adictos, beneficiados con las dádivas que les otorgan para mantenerlos cautivos dentro de sus instintos del más puro egoísmo personal, olvidados del sentido Patria-República-Democracia. Se apela a los valores que estos conceptos sugieren para movilizar las emociones populares, pero al fin se gobierna para sostener en el poder sólo a los del poder, que distan de empardarse con el pueblo, puesto que sus formas de vida gozan de beneficios millonarios.
Democracia deriva del griego DEMOS: pueblo – KRATOS: autoridad o poder; lo que significa: gobierno o autoridad del pueblo”  por lo tanto esta forma de gobierno es la que favorece la intervención del pueblo en el gobierno y por ende trabaja para mejorar la condición general de todos lo que conforman el pueblo.
La división de clases es parte de la evolución natural que surge con el trabajo. Así, cada ciudadano, cualquiera sea su idea política, tiene las mismas condiciones –puesto que un gobierno democrático trabaja para todos por igual- para superar su condiciones originales de clase. Para esto debe funcionar a pleno la Educación y la libertad de expresión; siempre en el marco de gobiernos alternativos que propendan a producir las mejores condiciones para aumentar la riqueza del país; donde cada uno será beneficiado, si trabaja para ello.
Democracia es también un conjunto de reglas de conducta para la vivencia social y política.
En toda Democracia el pueblo participa en la acción del gobierno por medio de sufragio y controla lo que hace el Estado.
Democracia es básicamente Respeto por la dignidad humana, y la libertad para ejercer los derechos y cumplir con las obligaciones de cada uno de los miembros de la comunidad.
¿Cómo se logra?
Con una mayor educación cívica para nuestros pueblos. No caer en la trampa de seguir a los nuevos mesías y caudillos. La expresión de todo ser humano es vivir en libertad y quien restrinja las libertades le está haciendo daño al ciudadano.
Pero dentro de estos conceptos de República y Democracia tenemos que darle espacio a la Moral, que depende de la conciencia o respeto humano, se relaciona con el bien y con las acciones o conductas de las personas con respecto al bien y al mal; tendría dos partes: El objeto material de la Moral que se relaciona con las costumbres y conductas humanas; y el Objeto Formal que es el conjunto de leyes que deben informar y orientar el hacer humano.
La Moral es normativa, porque establece las normas que determinan lo que es el bien y lo que es el mal. En otras palabras, la Moral establece lo que se debe y lo que no se debe hacer. Lo que se permite y lo que se prohíbe.
La Moral formula principios generales. Según estos principios clasifica y juzga todos los hechos particulares que son propios de su campo.
El fundamento de la Moral es la razón.
Indudablemente, los diferentes sistemas morales podrán establecer distintos principios, como su fundamento. Pero, en el fondo de todos ellos se encuentra la razón que busca configurar y legitimar el respectivo sistema.
Así llegamos al Contrato Moral* que debe existir de manera tácita entre los ciudadanos que integran un país y presupone tienen una conciencia moral; es decir saben diferenciar: el bien del mal, la libertad de la esclavitud, los instintos básicos de los deseos que armonizan con los demás, la importancia del trabajo de la ociosidad,
El contrato moral es indispensable sustrato de una nueva democracia sustantiva, de paz y prosperidad.
Las sociedades que han podido avanzar hacia el futuro con desarrollo económico, justicia social y construcción de ciudadanía es porque han comprendido, aceptado y promovido el fortalecimiento tácito entre el libre albedrío y las reglas morales básicas de carácter prohibitivo: la dignidad de una persona como la de un pueblo son su reflejo y la indignidad es la evidencia de su ruptura.
Cuando la política económica y social atropella todas las categorías morales, las mujeres y hombres pasan a ser medios de uso y abuso.
Qué incluiría un nuevo contrato moral: Nacer de nuevo desde lo más íntimo, allí donde se hizo un profundo examen de acción y pensamiento, se aceptan y asumen los errores, en los que caben las responsabilidades y deberes y en virtud de esta nueva conciencia que impone la decisión irrestricta de no repetir la historia. Establecer y poner en práctica en la acción  y no sólo en el discurso el bienestar de toda la sociedad, en su faz alimenticia, de salud, educación, atención total a niños y ancianos, medicamentos, vivienda; que cada habitante de la República tenga las misma oportunidades para su evolución mediante el acceso a un  trabajo digno y toda la educación que considere necesaria para su formación y por sobre todo un Poder Judicial que garantice la justicia imparcial para cada uno sin distinción de posiciones sociales o políticas; que quienes integran ese poder fundamental de la Democracia sean elegidos por mérito y que la Justicia sea la carta de confianza que nos permite relacionarnos ejerciendo la libertad, el respeto y la consolidación de los “verdaderos derechos humanos” que surgen de saber que los derechos de uno terminan cuando comienzan los de los demás”.
Ese nacer en un hombre renovado no debe negar la realidad, tiene que fortalecerse para enfrentar el pasado y trabajar en el presente para consolidar esa confianza tácita que garantiza saber que cada uno responde al mismo contrato moral que tiende en todo momento a fortalecer políticas de Estado, independientes de quienes gobiernen oportunamente. Así sabremos que Paz, solidaridad, dignidad, educación, cultura, bienestar social, no son palabras que se caen de los discursos oficiales sino acciones que surgen de la conciencia y la correspondiente acción de cada uno.
Las instituciones deben surgir de esa conciencia individual renacida. No por imposición sino por convicción moral tácita que lleva a alternar la gobernabilidad porque quienes leguen al poder serán hombres y mujeres surgidos de esa renovada conciencia moral que los inducirá a respetar lo símbolos que representan. Así se trabajará por el bien común que significa hacerlo por todos y cada uno y no sólo para los partidarios.
Estamos encallados en la necedad, en la mentira, en la connivencia y en el temor; nos han llevado por medio de los sentidos a caer en confusiones fundamentales; hemos ido relegando y cediendo terreno por no asumir las responsabilidades que nos caben porque hemos perdido el sentido de Patria, de República, de libertad, de Justicia. Cuando la Justicia es un muñeco manejado por los funcionarios de turno, estamos perdidos. Nos queda tomar conciencia y no dar tregua, no permitir que terminen de avasallar la última frontera con discursos que contradicen la realidad. Es un trabajo individual y no garantiza éxito; pero es el tiempo que nos toca vivir y no asumirlo porque no queremos admitir que nos toque vivir esto, siendo que la vida es una sola, no ayuda a crear una realidad diferente. Es posible cambiar, pero hay que asumir la realidad y disponer los mecanismos necesarios para corregir el rumbo.
José Luis Thomas

miércoles, 22 de agosto de 2012

Publicado en Notiserrano 123


Curiosidades humanas 

Hacer las cosas sin pensar,
porque es la moda

por José Luis Thomas 

Es notable cómo se aceptan de manera tácita formas de comportamiento social que no son revisadas en su génesis. Como por lo general se vive de manera superficial, es decir haciendo una representación ideal de la verdadera personalidad, creamos conductas y formas de relaciones absurdas que no cuestionamos, por el contrario, nos enorgullecemos de ser partícipes. Por ejemplo ésta que me lleva a reflexionar: Las marcas y la difusión gratuita que hacemos de ellas.
La idea, el deseo de las mayorías, es tener utilitarios de marca, es decir que revelen un cierto status ante los demás, por sé, y que los demás nos consideren mejor posicionados, justamente por utilizar esos productos que “se ha convenido” en considerar “chic” “de onda”, “piola”, “que da status”, “que significa que pertenecemos a una clase determinada que tiene (o tendría poder adquisitivo) y cosas por el estilo “porque no nos engañemos, aún lo más desposeídos sueñan con ser y tener lo que tienen aquellos a los que combaten”.
Nos apasiona mostrar esas marcas, tanto en prendas que llevamos encima, como en todo tipo de objetos que inundan nuestra vida diaria; al punto que no nos importa “hacerles publicidad gratis” a esas marcas que –y esto es lo curioso de la conducta humana- “no nos regalaron el producto, muy por el contrario, lo cobraron y bien caro”; pero insistimos en hacerles publicidad “gratis”; no nos importa mostrar sus logos, mensajes, insignias y demás formas que estas grandes empresas utilizan para hacernos multiplicadores ad honorem de sus productos.
Así como este pequeño detalle (¿pequeño?) hay miles sobre los que uno se puede detener en la conducta diaria de las relaciones humanas, que se manejan por puro impulso, emocionalidades bajas, serviles, inauténticas; que mantienen una aparatología fraudulenta, de la que luego nos quejamos, como si fuera una obra generada por “otros”.
Lo interesante de estos comentarios es “poder pensar”, mirarnos a nosotros mismos y “ver” las innumerables contradicciones sobre las que construimos la vida.
Relacionar esta conducta  casi natural, incorporada e inconsciente con la política, la salud, los organismos oficiales, la educación, etc;  es decir, reconocer lo que somos y hacemos y a partir de allí generar un cambio individual que sin dudas, sumando individualidades en forma espontánea –(no dependiente de líderes ni agrupaciones, que a la postre siempre termina en una lucha de poderes), producir un cambio real, establecer en forma tácita, un contrato moral que allane las dificultades sin llegar a enfrentamientos inútiles.
¿Soy idealista? ¿O es que no queremos cambiar? Si no queremos cambiar no tenemos chance; vivimos chapoteando el barro de los ideales que “nunca, nunca llevamos a cabo”, porque la realización de todo ideal comienza ahora y aquí, con lo que somos y tenemos y ejecutado por la propia acción, lo que significa trabajo, esfuerzo, coherencia, autenticidad, aceptación, continuidad, independencia de los poderes de turno. Y no olvidemos que los poderes de turno, trabajan para sí mismos, utilizando las necesidades más primarias de aquellos que “no piensan” sólo sienten, desean, esperan, envidian, comparan, acechan camuflados, y que siempre responden desde la parte más irracional que aún subsiste en el cerebro humano, esa amígdala que guarda la memoria ancestral cuando el ser humano peleaba instintivamente por la supervivencia.
José Luis Thomas

martes, 21 de agosto de 2012

Nota Publicada en Notiserrano 123

Polarizados 

 Discapacidad para integrar las diferencias 

 Por José Luis Thomas 

 A la luz y el fervor de tantos acontecimientos socio-políticos que suceden a diario en nuestro país, uno intenta conocer esta realidad desde un lugar que permita ver “lo que es” despojado de inclinar la balanza en uno u otro sentido. Para tal fin es preciso instalar una capacidad para mirar que vaya de lo general a lo particular –el individuo y su acción- y partiendo de técnicas propias de la didáctica, ir de lo cercano a lo lejano. Ambos aspectos imbricados en la sucesión simultánea del tiempo y las relaciones entre los hombres y las cosas, permite mirar con una visión holística e integradora. Todo tiene dos polos y una infinidad de grados entre ambos, que a medida que nos acercamos a uno lo comenzamos a convertir en el otro y viceversa. Se trataría entonces de pasar por encima de la fluctuación del ritmo constante y vibrar en una longitud de onda que no se quede pegada a ninguno de los extremos. La realidad actual de los argentinos nos impone un país dividido, polarizado, con una creciente discapacidad para integrar las diferencias. Atomizados de tal forma que se pierde la capacidad para revisar la propia actitud, las acciones y los ideales que conforman la realidad a la que respondemos, que no es otra “que la misma que creamos” con nuestros movimientos devenidos, como es natural, de una concepción personal de la vida y de lo que ésta debería ser, o como nos gustaría que nos fuera en ella. El tema es complejo o muy simple, depende, como todo, del lugar en el que nos situemos en esa polaridad constante de todo lo que acontece. ¿De dónde surge la realidad? ¿Qué factores la conforman? La realidad es un conjunto de fenómenos fácticos e ideales que a la velocidad de la luz pasan de uno a otro y muestran una instantánea que con la misma velocidad pasa a otra; sólo que nuestra mente se queda pegada a una de esas muestras y sobre su base construye lo que llama realidad, como si ésta estuviera fija y fuera a permanecer así eternamente; y dependiendo de cómo nos sentimos dentro de esa ilusión, queremos que sea eterna o pase lo más rápido posible. Si nos gusta y nos da placer, la queremos para siempre y la aceptamos, y si por el contrario nos disgusta y nos hace sentir mal, intentamos alejarla. Hay sectores de la población, en su mayoría conformados por “los que no tienen nada que perder, a los que les place recibir no importa de dónde ni a qué costo” y otros que ven peligrar sus conquistas personales a fuerza de trabajo por medidas que, en su concepción podrán ser loables pero que son aplicadas en forma abusiva y arbitraria por -y esto es lo peligroso (siempre para los afectados, los otros están en su nube)- sujetos que responden casi fanáticamente a ideales y concepciones de poder autoritarias que -y esto es fatal- en su conjunto y en grupo son corruptas, incluidos grandes sectores de la Justicia. En todo este juego continuo perdemos de vista un eslabón técnico que sería “la aceptación de eso “que es” en el momento en “que es” tanto si nos place como si no”. La tendencia natural es considerar a la aceptación en el sentido y significado de “resignación” y nada es más distante. Sólo cuando se acepta “lo que es” se puede hacer algo al respecto; mientras se quiera permanecer “ignorante”, los ojos del equilibrio permanecerán cerrados y los de “la tan mentada justicia” abiertos, pero fijos, sin vida, adheridos a uno solo de los polos. Pero ¿qué nos vuelve tan ciegos, tan apegados a las circunstancias?: el placer, el deseo constante e inconsciente de permanecer inmersos en él, adheridos a todo aquello que nos asegura -en lo personal, pocas veces con vista a lo general (es decir incluyendo a todos lo que conformamos el tejido social)- una permanencia del goce y del bienestar, y ésta necesidad descontrolada, impulsa a tomar partido por aquello que nos proporcionaría esa continuidad. Pero cuando nos volvemos partidarios, nos situamos de un solo lado de los polos y nos volvemos ciegos para integrar al otro, que aunque no estemos conscientes del movimiento ni de la continuidad, siempre están en balanceo, pero al apegarnos a esa realidad que queremos eterna, dejamos de ver la otra mitad de todo lo que es. ¿Está mal querer sentir placer? NO, pero pretender su continuidad nos vuelve psicóticos puesto que la realidad es el balance continuo entre el placer y el displacer, desconocer este mecanismo, es un aviso de falta de evolución. El problema surge cuando se reacciona con absolutismo frente a cualquiera de los dos polos que se manifiestan pretendiendo su permanencia o su ausencia. La reacción interior, la respuesta desde el punto de vista conductual es el estímulo que se infringen unos a otros los sujetos que conforman la sociedad y se incentivan mutuamente en un sentido u otro, creando divergencias que llegan a ser irreconciliables y fragmentan la realidad, la enfrentan y generan conflictos constantes. Es una forma de guerra solapada, de lucha intermitente por imponer un lado u otro. Pero la vida, independiente de los sujetos y sus deseos, está afectada por el balanceo constante entre los polos de todo lo que es. Si no se percibe este fundamento de la vida, se tiene y se vive en una constante idea de división y desintegración. Los hombres de este mundo (no de este pan-universo, porque en verdad no tenemos pruebas de cómo pueden los seres de esos otros mundos posibles), desde que podemos datar nuestra existencia, nos movemos en el marco de una suma y sucesión de emociones primarias que la evolución del cerebro no ha logrado equilibrar como una respuesta automática en las expresiones propias de nuestra vida de relación; pesa mucho más la amígdala donde el cerebro guarda la memoria ancestral, que los procesos donde tiene lugar la conjunción de la lógica en un juego de equilibrio, entre las emociones y el pensamiento. Pareciera que somos civilizados, que nos movemos desde un impulso unificador y una concepción de la vida, no sólo como algo personal, sino total, es decir, la propia vida, la del otro y la de todas las especies que conforman el planeta, pero sólo nos movemos desde la perspectiva egoísta de conformarnos con un permanente umbral de placer que no admite frustración. Si miramos la historia, está jalonada de sistemas de gobierno que han intentado manipular y eternizar posiciones que siempre han sido unilaterales. La idea que subyace es acaparar el “todo”, como si el todo, no estuviera integrado por “dos polos opuestos en constante fluctuación”; ese mecanismo avieso ha sido disfrazado con notables teorías que intentaron explicar la realidad desde un punto de vista “egocéntrico”; cada tanto muchos egos se unen y dan por ejemplo períodos nefastos como el hitlerismo, que en la persona de un ego (Hitler) se expresa el sentimiento solapado de otros. Eso por citar un ejemplo, (cada cual puede hacer las asociaciones que reflejen la actualidad). El sentimiento de imponerle a otro una idea, una forma o una política, es el signo más notable de expresiones que nada tienen que ver con la democracia o los derechos humanos. Intentar realizar cualquiera de los dos conceptos desde un único y partidario punto de vista, desconoce en su génesis al otro, al que “dice tener en cuenta”, por lo tanto siempre será nefasto. Estamos viviendo un período muy extremo, en el que conviven varios aspectos y conductas nocivas para la vida en su conjunto, puesto que integran aviesamente y ex profeso conceptos de alta valía como son: “Democracia y Derechos Humanos e igualdad”, con prepotencia, corrupción, obediencia ciega, manipulación, extorsión, clientelismo, desculturalización, empobrecimiento de la concepción laboral como medida de la ética y de la virtuosidad de un hombre en sociedad, cohersión, manipulación de voluntades en virtud de “excitar esos deseos de placer continuo y fácil” que mencionaba antes, obsesión enfermiza por “el poder”; aún viendo lo que éstos mandatos eternizados producen o han producido en otras sociedades, que tienen la idea mesiánica de ser los únicos capaces de salvar al pueblo -a una parte del pueblo- pero PUEBLO es todo el conjunto de la población (no un sector), porque sino: ¿dónde quedan “los Derechos Humanos de aquellos a los que se hostiga, para manipular la emocionalidad de cierta clase social? Ser partidistas, lejos de unirnos y como se podría suponer, nos convierte en individuos con ideas fijas, y nos aleja de una concepción integral que deviene, como lo vemos en la actualidad, en una sociedad dividida por un oficialismo totalitario que intenta imponerse desconociendo el otro polo de la realidad. ¿Por qué ser partidistas nos desune? Porque cada uno de los individuos que conciben una ideología, en el mismo acto de adherir a ella se quedan pegados repitiendo modelos que desconocen la realidad cambiante, pero sobre todo porque esos individuos desconocen (no por discapacidad intelectual) sino por conveniencia personal, que los deseos con su multiplicidad de placeres obnubilan la conciencia, llevándola a un estado de enajenación del acontecer real para intentar imponerlo de forma indefinida. Ya viene siendo necesaria una visión integradora de la situación social en su conjunto. Basta de partidos que en su concepción parecen partir de puntos de vista diferente, pero que allegados al poder responden todos de la misma manera. Oficialismo y oposición son dos aspectos del poder, dos polos que deben funcionar al unísono balanceando su energía en función de un solo objetivo: el pueblo en su conjunto. Es importante “ver lo que es”, no “lo que quisiéramos que fuera”; lo que es, existe en el aquí y ahora y podemos cambiarlo o cambiar nuestra visión acerca de él; lo que quisiéramos que fuera es un ideal que jamás podrá ser realizado si no “actuamos primero sobre “lo que es”, y tal vez entonces lo que se construya en el futuro tenga visos de haber evolucionado sobre las bases de la realidad concebida como un todo en la que nos integramos prioritando la vida en general y no sólo algunas de sus variables. José Luis Thomas

lunes, 14 de mayo de 2012

Presentación de mi nouvelle: El misterio de tu boca (nunca dos hombres se atrajeron tanto)












































La presentación de mi nouvelle: El misterio de tu boca (nunca dos hombres se atrajeron tanto) en Alta Gracia fue un éxito. El público asistió a un espectáculo en el que desde el comienzo con la danza-teatro que interpreté con Silvana Colazo y Guillermo Anastasi, se planteó el conflicto de la novela; luego hice algunos poemas relacionados con la temática para finalizar en una charla directa y franca con los espectadores sobre los temas que se relacionan con la novela. La sala colmada de gente escuchaba en un silencio conmovedor. Es una novela que trasciende las fronteras de la sexualidad para hablar solo de amor y de todos los pormenores que subyacen en toda relación entre personas que se atraen y enamoran.

Presentación de mi nouvelle: El Misterio de tu boca (nunca dos hombres se atrajeron tanto)

Tercer tema bailado entre José Luis Thomas y Guillermo Anastasi, en la presentación de mi nouvelle: El misterio de tu boca (nunca dos hombres se atrajeron tanto)

Presentación de mi nouvelle: El misterio de tu boca (nunca dos hombres se atrajeron tanto)

Segundo tema bailado entre José Luis Thomas, Silvana Colazo, Guillermo Anastasi, en la presentación de mi nouvelle: El misterio de tu boca (nunca dos hombres se atrajeron tanto)

Presentación de mi nouvelle: El misterio de tu boca (nunca dos hombres se atrajeron tanto)

Primer tema bailado con Silvana Colazo en la presentación de mi nouvelle: El misterio de tu boca (nunca dos hombres se atrajeron tanto)

viernes, 2 de marzo de 2012

¿Cómo aplicar “Los Derechos Humanos” a la vida cotidiana, sin llegar a pleitos?

Una manera de hacer viva la letra

Por José Luis Thomas
Hay mucho material sobre Los derechos Humanos. Escrito y oral. Con fundamento y con delirio. Son términos que se manejan con mucha soltura por estos días. Por eso me he preocupado por ir un poco más allá o dicho de otro modo, alejarme para mirar con perspectiva.
Y como todo acto de observación de la realidad en la que se manifiestan estos clamores sociales rozando los bordes más opuestos, se vuelve interesante establecer un punto de partida o un ángulo desde el que mirar con objetividad. Asimismo se necesita un catalizador para poder analizar lo que surja de esos elementos que componen la sustancia observada.
En este caso el catalizador será “el sentido común”.
Para ello debemos remontarnos a épocas en las que ése concepto tenía mayor validez para las relaciones entre los individuos. Por estos días es casi una utopía. Y no faltará quién se quede sorprendido ante tamaña afirmación. Nos está ganando la desmesura, los exabruptos, las insolencias, y las imposiciones donde el prepo es la fuerza de choque que intentan imponer ciertos grupos sociales cada vez más numerosos, haciendo gala, precisamente de los “derechos humanos”.
Ese sentido tan especial e impalpable “llamado común” puede manifestarse naturalmente a medida que uno vive o puede estar incentivado por la educación no sólo la académica, sino y sobre todo por la que se recibe en el hogar; la que deviene de una conciencia que incluye “al otro” en el universo personal; al que se le reconoce el mismo origen y la misma naturaleza. Estos solos conceptos ya presuponen que el sujeto que los reconoce tiene un sentido amplio y dinámico que lo orienta de manera natural y espontánea para “discriminar” es decir “ver las diferencias” entre las cosas y las acciones de este mundo.
Tener ideales y aplicar políticas encarcela esa capacidad natural y la vuelve rígida y dependiente de ese conjunto de normas y reglas en favor de una estructura de poder que se erige como guía que marca rumbos y establece “divisiones”. Todo poder se vuelve tal al apoyarse en el voto, que lo legitima, y en “eso reside el mayor peligro”: no es una verdad indiscutible que “la mayoría sepa lo que hace” es decir: para tener conciencia de lo que sería justo y necesario habría que “tener sentido común” libre de emocionalidades, apetencias personales, egocentrismos, sentimentalismos ignorantes, puesto que el ser humano es un “todo”, debe funcionar al unísono el cuerpo , la mente y el alma, no una sola de ellas, porque de ser así no establecería una acción holística, abarcativa en la que todo el conjunto humano fuera beneficiado.
De tal forma que el poder de turno elegido por la mayoría puede ser “inclusivo” o “excluyente”, con esto quiero significar que hay poderes que aceptan las diferentes corrientes de pensamiento en todos los sentidos y hay quienes sólo admiten las que consideran válidas para su “ideal” político o perfil filosófico, religioso o personal que le permita mantener “ese poder” intentando volverlo absoluto, en una especie de “psicosis” que niega la “relatividad de todo, aún cuando sea una verdad científica inapelable. De estos perfiles totalitarios y fascistas el mundo ha tenido y tiene en su historia múltiples y variados ejemplos que es innecesario nombrar porque forman parte del acerbo popular tanto de los que están de un lado como del otro de las ideas sobre “cómo debería ser la vida”.
Por eso y para intentar aplicar “los derechos humanos” que en su preámbulo y artículos es muy claro, puesto que se está manifestando en el plano ideal de la letra escrita, sólo que “la realidad en la que se dan las relaciones humanas está “en otro plano” que convive con multiplicidad de planos, todos válidos. Por eso es necesario apelar “al sentido común”; y para que éste esté vivo y sea real debemos ir hacia el origen; reconocer la esencia básica que nos hace humanos, libre de toda teoría que administre la vida desde “el tener”, puesto que somos “el ser”.
Para aplicar el “sentido común” inequívocamente debemos volver a darle “valor al ser”, que a su vez es parte integral de la naturaleza con todos sus reinos, no está separado de ella en lo más mínimo y es una estructura que debe mantener sus partes en equilibrio como por definición es toda estructura: un conjunto de elementos que mantienen una relación más o menos estable entre sus partes.
El sentido común le da al individuo un espacio en el cual “verse a sí mismo en relación a los demás” al tiempo que reconoce que “el otro” es “también un individuo”, otro ser humano y en ese espacio de tiempo, reconoce las diferencias, “que no son las básicas” puesto que son dos seres humanos terráqueos, pero sí puede darse cuenta, o por lo menos percibir, las diferencias evolutivas, que no significan superioridad de uno sobre otro, sino que refieren a las capacidades que se desarrollaron por “acción volitiva” es decir como resultado del esfuerzo y la incentivación en el desarrollo de la inteligencia intelectual y práctica. Algunos amplían su intelecto y otros la mejor manera de ganar dinero (dicho en forma básica y siempre partiendo de la base de hacerlo con honestidad). Esta última palabra “honestidad” es parte de una educación en la que se tienen en cuenta “al otro”; primero se deber ser honesto con uno mismo para serlo con el semejante; pero no se puede siquiera rozar ese concepto si no se tiene sentido común.
Porque “si todos tenemos derechos” pero estamos cegados por las emociones, los resentimientos, la ignorancia, los deseos desmedidos, sin lugar a dudas estaremos cegados para reconocer los derechos del otro y creeremos sólo en los nuestros. Está ceguera lleva a la violencia. No puede ser resuelta por la ley, que podrá aplicarse a un caso particular para dirimir diferencias, pero “esa discapacidad para tener sentido común y sentido de derecho” saltará por otro lado y lo más peligroso para una sociedad, “intentará agruparse, embanderarse políticamente” para “atropellar” “basados en el “poder”. No estoy hablando de un poder con nombre y apellido; puesto que es un concepto general que es parte de la humanidad.
El tema pasa por reconocer la causa que nos vuelve “parciales”, egocéntricos”, separatistas, y nos impide “ver”.
¿Ver qué? Por ejemplo:
De acuerdo con los sucesos acaecidos en la Calle Florida de Buenos Aires.
Allí se intenta aplicar “los derechos humanos”.
La calle Florida es una calle histórica (o cualquier espacio público en el que confluyen determinado valores que lo hacen tal) Cualquiera que conoce algo de historia sabe lo que significa y no puede desconocer “el valor” patrimonial que tiene. Pero patrimonio “no quiere decir, que porque nos perteneces a todos podemos hacer cualquier cosa con él”.
Usos y costumbres ha ido determinando su valor y su sentido. Tiene un nivel que no podemos mezclar con enfrentamientos “entre ricos y pobres”; es parte de una evolución que se basa en un conjunto de elementos materiales, artísticos y testimoniales que le otorgan un nivel que se fue construyendo con el tiempo. No puede interferir el “resentimiento de clase” impulsado por ideales de algún poder político que utiliza esos conceptos para dividir, acumular poder basados en una falacia, puesto que históricamente ese poder” que descalifica a la clase aristocrática o alta por su poder económico, al mismo tiempo la emula, acumulando riquezas personales, utilizando la credulidad de la masa que los apoya en forma descarada, mientras los dirigentes se enriquecen “siguiendo a esas clases altas a las que intentan destruir con discursos y medidas aparatosas para encandilar a esa masa cegada”. Pero todo esto no lo ve el conjunto ignorante que los sostiene, “creen en el palabrerío cegador de la justicia social y de los derechos humanos”, sin darse cuenta que para que los derechos humanos existan “hay que primero tener conciencia de la propia humanidad” y cuando en verdad se la tiene, se abre la comprensión y se incluye al otro sin intentar eliminarlo por lo que sea que nos imaginamos que es o tiene.
Los derechos humanos comienzan mucho antes de un preámbulo y unos artículos, nacen en la conciencia humana misma y si no es así, es estéril la aplicación externa. Será una justicia forzada. Y todo lo que se impone de tal manera no induce a la evolución, por el contrario, la pone en “espera”, para saltar luego por cualquier causa. Lo que verdaderamente hace a la evolución es la educación; primero la que surge del hogar, y luego la que se imparte en los colegios.
Si no modificamos la conciencia, si no incluimos el “sentido común” siempre andaremos en la periferia, perdidos. Si el sentido común nos impulsa, los derechos humanos son una extensión natural que siempre se expresará sin llegar a confrontar.
Pero claro, estoy hablando de evolución, de conciencia de ser, de niveles donde se da la bidimensionalidad donde los hombres de este planeta comprenden que “el ser está en el hacer y no en el tener”, eso sí, es necesario tener “amor”.

viernes, 10 de febrero de 2012

sábado, 4 de febrero de 2012

sábado, 14 de enero de 2012

Las cosas por su nombre

Las cosas por su nombre
(Nota publicada en el número 118 de Notiserrano)

Por José Luis Thomas

Cuando las palabras son vaciadas de contenido o como se dice vulgarmente “nos quieren hacer pasar gato por liebre”.

La palabra, su significado literal y el concepto que deriva en la conciencia popular debería remitir a una comprensión clara de la expresión humana. Pero no siempre es así.
Los ejemplos abundan, pero me voy a referir a uno muy popular y de moda.
Estamos en tren de comprender que todos somos diferentes, de tal modo que la homosexualidad, por estos días se estaría aceptando, por lo menos en lo aparente. Aún la sociedad guarda para esta forma de sexualidad algunos o varios prejuicios que no se anima a demostrar en virtud de no parecer atrasado.
Sin embargo, y referido al tema inicial, es interesante revisar algunos aspectos relacionados con la concordancia entre la palabra y su significación profunda.
Todas las personan podemos tener hijos; esto es independiente de la elección sexual y podemos sentir que somos respecto de ellos, padre o madre.
En el caso de los heterosexuales no habría inconveniente en la utilización de cualquiera de los apelativos de acuerdo con el género de cada uno.
La cosa comienza a chirriar cuando homosexuales y travestis eligen ser llamados padres o madres.
Y para dar un ejemplo bien crujiente he de referirme a Florencia de la V. Todo está bien con su sexualidad, con su arte, con su vida. Pero Florencia de la V. es un travesti que conserva su pene, no se ha operado. Esto no fue impedimento para que los que administran las leyes hayan vulnerado el espíritu de las mismas y le hayan otorgado su documento femenino. Es decir es un hombre, puesto que aún conserva el pene aunque su psicología diga otra cosa, y tiene un documento en el que figura como mujer. Otra demagogia más de los poderes o de quienes se arrogan la impartición de los Derechos Humanos (tan de moda por estos tiempos así como la ausencia de obligaciones y respeto por “el otro”, que también tiene sus derechos).
Una cosa son Los Derechos Humanos y otra muy distinta la permisividad de incoherencias conceptuales.
Y aquí me permito ampliar la significación de esta particularidad en virtud de esa incongruencia que lleva a confundir los conceptos que conforman la realidad.
Que Florencia no se haya operado es hasta el presente una indiscutible certeza de que su pene le es de utilidad en lo sexual. Es decir, es una persona con documento femenino que siente como varón a la hora de obtener placer sexual y darlo a otro. Es un fraude psicológico dirigido a la sociedad. Es una distorsión de las formalidades éticas y una desconsideración hacia sus congéneres.
Su esposo, es a su vez un homosexual tapado, (como tantos que no se animan a vivir con autenticidad) por cuanto goza del placer sexual entre dos varones, aún cuando tenga una esposa con documento femenino, pero que en lugar de vagina tiene pene. Separemos lo emocional que impide ver lo que es; es decir, una incoherencia que genera confusión y conduce el nivel de comprensión de las relaciones humanas a lugares en los que se devalúan las ideas, los conceptos y la autenticidad. Me permito deducir estos aprioris del hecho de que Florencia no se opera, porque sabe que el día que lo haga se acaba su matrimonio, puesto que a su pareja lo que lo estimula es justamente el pene.
Pensemos un instante: Un hombre que se acuesta con un travesti que parece mujer pero que en realidad es hombre, induce a considerar que el supuesto varón que elige este tipo de relación no asume su homosexualidad.
Luego Florencia tiene dos hijos de los que dice ser la madre; es decir una persona que siente como mujer pero utiliza su pene para darle placer a su marido, pretende imponer la idea de que es una madre. Y asevero esto porque si no fuera así, si no le diera placer, ya se habría operado. Es decir la sociedad debe asimilar que una madre ahora puede ser un hombre con pene.
Toda una confusión innecesaria.
Todos podemos tener hijos y criarlos independiente de la sexualidad que aceptemos tener.
Pero si un varón travestido (que aún conserva su pene) se hace llamar madre, está devaluando a todas las mujeres a las que llamamos madres.
Esta incoherencia, este modo de atropellar el lenguaje no es inocente; genera en lo profundo de la psique un relajamiento de aquellas funciones básicas que moderan el comportamiento social.
Y así en todos los niveles, las palabras están siendo vaciadas de sus contenidos y la sociedad se pierde en la multiplicidad de niveles de comprensión y casi está quedándose sin ellas. Ya no hay riqueza oral para expresar las ideas; la reducción del lenguaje es una evidencia que podemos parangonar con la disminución de hielos en los polos, paradigma que permite ver las mutaciones naturales por un lado y las humanas por el otro, en una suerte de vasos comunicantes que revelan la correspondencia global.
Podemos decir, en el caso de Florencia que todo está bien y quedarnos asimilando un absurdo para no desgastarnos, sin embargo, esa técnica por la cual pretendemos no darle trascendencia a las evidencias, no significa que no sea recogida por el inconsciente del que fluirá sin el control de nuestro yo de mil maneras, que a la postre se nos devolverá en “un estado de desasosiego, angustia, frustración, hasta llevarnos a la depresión”.
Son muchas las ocasiones en las que pretendemos que las cosas no pasan, no son, lo que no significa que no nos afecten y como la vida es relación, las consecuencias las sufrimos todos.
Cuando Florencia de la V. se opere, será un mujer y será natural llamarla madre, pero mientras conserve su pene lo natural será llamarle padre, aunque esté vestido como una mujer.
De lo contrario estamos dándole el mismo rango a lo real que a lo aparente y en ese juego permisivo y peligroso perdemos de vista la autenticidad y todo se vuelve una mentira. Por eso desde hace tiempo la sociedad padece de anomia, una profunda falta de confiabilidad. Desde hace mucho venimos devaluando la palabra y advertimos que no se corresponde lo que se dice con lo que se hace.
Los cambios son parte del movimiento (no siempre evolutivo) y como son una evidencia debemos aceptarlo, lo importante también –para no caer en profundas confusiones– es llamar a las cosas por su nombre.
Nada más hermoso y loable que “ser lo que se es”, con autenticidad y sin eufemismos; así las diferencias, lejos de separarnos, nos unifican en la validación de “seres humanos”, puesto que todos somos diferentes y no sólo por los “dones” que recibimos al nacer sino por la elecciones en cuanto a los valores permanentes en medio de la mutabilidad, que cada uno elige para vivir en este mundo y en relación con todo lo que es y éstos son: autenticidad, honradez, sencillez, humildad, visión bidimensional de los alimentos terrestres, coherencia, trabajo, respeto por cada criatura del planeta y por cada átomo que mantiene la cohesión universal, comprensión y amor. Todas estas cualidades hacen a la estructura de una personalidad consciente del sentido de la vida.