Curiosidades humanas
Hacer las cosas sin pensar,
porque es la moda
por José Luis Thomas
Es notable cómo se aceptan de manera tácita formas de comportamiento social que no son revisadas en su génesis. Como por lo general se vive de manera superficial, es decir haciendo una representación ideal de la verdadera personalidad, creamos conductas y formas de relaciones absurdas que no cuestionamos, por el contrario, nos enorgullecemos de ser partícipes. Por ejemplo ésta que me lleva a reflexionar: Las marcas y la difusión gratuita que hacemos de ellas.La idea, el deseo de las mayorías, es tener utilitarios de marca, es decir que revelen un cierto status ante los demás, por sé, y que los demás nos consideren mejor posicionados, justamente por utilizar esos productos que “se ha convenido” en considerar “chic” “de onda”, “piola”, “que da status”, “que significa que pertenecemos a una clase determinada que tiene (o tendría poder adquisitivo) y cosas por el estilo “porque no nos engañemos, aún lo más desposeídos sueñan con ser y tener lo que tienen aquellos a los que combaten”.
Nos apasiona mostrar esas marcas, tanto en prendas que llevamos encima, como en todo tipo de objetos que inundan nuestra vida diaria; al punto que no nos importa “hacerles publicidad gratis” a esas marcas que –y esto es lo curioso de la conducta humana- “no nos regalaron el producto, muy por el contrario, lo cobraron y bien caro”; pero insistimos en hacerles publicidad “gratis”; no nos importa mostrar sus logos, mensajes, insignias y demás formas que estas grandes empresas utilizan para hacernos multiplicadores ad honorem de sus productos.
Así como este pequeño detalle (¿pequeño?) hay miles sobre los que uno se puede detener en la conducta diaria de las relaciones humanas, que se manejan por puro impulso, emocionalidades bajas, serviles, inauténticas; que mantienen una aparatología fraudulenta, de la que luego nos quejamos, como si fuera una obra generada por “otros”.
Lo interesante de estos comentarios es “poder pensar”, mirarnos a nosotros mismos y “ver” las innumerables contradicciones sobre las que construimos la vida.
Relacionar esta conducta casi natural, incorporada e inconsciente con la política, la salud, los organismos oficiales, la educación, etc; es decir, reconocer lo que somos y hacemos y a partir de allí generar un cambio individual que sin dudas, sumando individualidades en forma espontánea –(no dependiente de líderes ni agrupaciones, que a la postre siempre termina en una lucha de poderes), producir un cambio real, establecer en forma tácita, un contrato moral que allane las dificultades sin llegar a enfrentamientos inútiles.
¿Soy idealista? ¿O es que no queremos cambiar? Si no queremos cambiar no tenemos chance; vivimos chapoteando el barro de los ideales que “nunca, nunca llevamos a cabo”, porque la realización de todo ideal comienza ahora y aquí, con lo que somos y tenemos y ejecutado por la propia acción, lo que significa trabajo, esfuerzo, coherencia, autenticidad, aceptación, continuidad, independencia de los poderes de turno. Y no olvidemos que los poderes de turno, trabajan para sí mismos, utilizando las necesidades más primarias de aquellos que “no piensan” sólo sienten, desean, esperan, envidian, comparan, acechan camuflados, y que siempre responden desde la parte más irracional que aún subsiste en el cerebro humano, esa amígdala que guarda la memoria ancestral cuando el ser humano peleaba instintivamente por la supervivencia.
José Luis Thomas
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