jueves, 11 de septiembre de 2014

Hablar el mismo idioma - Nota Publicada en Notiserrano 136


Saber qué nombramos cuando decimos algo para distinguir entre la realidad y la ficción. Lanata Vs. Flor de la V


Por José Luis Thomas

Con todos los dimes y diretes que se han sucedido a partir de los dichos de Jorge Lanata con respecto a Flor de la V, me permito leer entre líneas ciertos aspectos que más allá del cotorreo suscitado por el/la  persona en cuestión, y que sí son preocupantes. Hablo desde el punto de vista sociológico derivando en otro aspectos que inciden en la vida y en la salud socio-política. Si uno lo toma a priori, el tema parece superficial, pero en verdad descorre velos que dejan traslucir los gravísimos síntomas que padece la sociedad y que indican que hay un daño grave en la estructura del comportamiento del ser persona, que va mucho más allá de todo pronóstico.
El tema comienza cuando Lanata afirma que Flor de la V. es un travesti. Lanata también habla del ser persona como único atributo válido a la hora de ver quién es quién. Lejos de toda denominación o elección sexual (que no sería tal, puesto que el individuo está determinado por la naturaleza; lo que tal vez elija es la aceptación a través de la cual ha de ejercer su vida y por ende lo único importante es: su ser persona); por lo que antes de continuar debo referirme a este término para ver de qué estamos hablando.
Ser persona es la conjunción del individuo en sociedad,  de acuerdo con García Hoz tendría tres características: singularidad, libertad y apertura. Cuando hablamos de singularidad (lo individual, desde lo que se parte) decimos que cuando los hechos se repiten es casi nula, pero cuando se buscan nuevas respuestas hay creación desde ella. Para que la singularidad pueda concretarse, el individuo tiene que tener claro el proyecto de vida que se ha fijado y las metas a cumplir, aún en contra de la socialización que ha padecido y del proceso de culturalización en el que está inmerso. Así relacionamos singularidad con autonomía, ya que si el individuo no se siente autónomo no puede ni manejar ni expresar su singularidad, que queda circunscripta a su interioridad (punto muy filoso puesto que lo interior no tiene límites ni puede ser corroborado, ni es medible, ni cuantificable; no hay objetividad en la interioridad a menos que se exprese en conceptos claros y que no incurra en contradicción de pensamiento, palabra y hecho) y esto también roza una delicada postura que por estos tiempos parece muy válida y que se refiere a “esos seres que se sienten singulares pero que aceptan las propuestas de las mayorías en función de una pretendida adaptación (Me permito recordar un pensamiento de Krishnamurti: “No es signo de buena salud el estar bien adaptado a una sociedad profundamente enferma.”; lo que también se conecta con la necesidad de una ética autónoma, hablamos de moral, de una concreción de principios éticos, de tener una conducta moral que ya no depende de principios heterónomos que devienen de los demás sino que se adscribe a la propia tabla de valores y concretarla en conductas morales autónomas. Considerando esta autonomía como una libertad individual que está íntimamente relacionada con una libertad social; sabemos que cuando se confiscan las libertades sociales, el sujeto subsume su autonomía a su singularidad no manifiesta.
Los sujetos que basan su singularidad en la aceptación de lo que proponen las mayorías se convierten en propagadores de una falsa moral que corre el riesgo de ser tomada por verdadera.
Cuando hablamos de la sexualidad nos estamos refiriendo a un aspecto muy vulnerable del ser humano sobre todo cuando está en sociedad. El sexo determina comportamientos que influyen en las conductas y en los  acontecimientos más importantes de la vida.  El comportamiento del género en todo el espectro biológico tiene un impacto muy alto. Dirige y lidera impulsos ancestrales aún cuando no sean conscientes. Reconocemos en lo externos dos formatos con características propias que se corresponderían con ciertos rasgos internos en mayor o menos porcentaje: un formato macho y otro hembra lo que no quiere decir que funcionen en un solo sentido o por lo menos en el sentido que la sociedad le confiere, y es en este punto en el que las posibilidades subjetivas conforman un abanico de posibilidades que varían en el tiempo. Como todo en la vida está en movimiento y cambia, dependiendo de la apertura, creatividad y libertad de la persona para  expresarse a sí misma, consigo y con los demás.
Las palabras por medio de las cuales nos comunicamos, esos signos que remiten a conceptos organizadores del pensamiento son fundamentales para entendernos, para compartir la realidad y saber que aunque tengamos tendencias distintas estamos hablando de las misma cosas, por ejemplo: cuando decimos árbol nos referimos a un objeto con características singulares que los diferencian de la palabra y concepto: automóvil; porque si vamos a darle autoridad a la subjetividad cada uno puede trastocar estos atributos objetivos en función de su lógica interna que no quiere decir que sea la general. Un loco tiene una lógica interna, pero no por eso lo asimilamos a la realidad para compartir la visión aunque aceptemos su propuesta. Tal vez ya se estén comenzando a sentir los efectos de la mala educación o su falta; desde hace años los alumnos no leen y por otro lado no tienen comprensión de texto, es decir, leen y no saben qué quiere decir o qué significa el texto. Ese problema, no quedó o queda sólo dentro del aula; esos niños lo trasladan a la sociedad y cuando crecen son adultos confusos, ignorantes, fáciles de engañar con promesas materiales grosera y obvias, de poco valor y para colmo de males: votan. Todo esto genera una cultura de “incomprensión” no sólo en su aspecto emocional sino en el literal de no saber qué quiere decir lo que se escucha o lee. Se cree estar entendiendo una cosa cuando en verdad se habla de otra.
Por eso cuando decimos Travesti, sabemos que estamos hablando de un “macho con pene” bajo ningún punto de vista ese órgano con características propias es parte de un cuerpo de hembra aunque haya quienes dicen que el clítoris es un pene no desarrollado. Ahora bien, lo que pueda sentir ese ser en su interior es parte de una estructura de personalidad que no descarta lo subjetivo y “el querer ser” o “el querer sentir” en función de una elección deliberada.
Cuando un varón se quita el órgano masculino (el pene) se convierte en un transexual, pero no por eso se convierte en una mujer, su cuerpo físico está formado con los atributos masculinos y ninguno femenino. Todo lo que haga será artificial; es posible que ese sujeto padezca “disforia de género” y sienta que está dentro de un cuerpo que no le corresponde; son muchos los grados de sentimientos entre el cuerpo físico y el cuerpo interno. Todo esto es real y es normal dentro de las diferencias; lo que es cuestionable es la correspondencia con los conceptos que definen esas variables.
Un varón con pene es un macho, no puede pretenderse que se lo considere mujer, porque estaríamos mezclando las lógicas y por ende entraríamos en zonas de psicosis colectiva atribuyéndole a la realidad una cualidad correspondiente a otra.
Esto es un síntoma grave que padece nuestra sociedad. No la discriminación, sino la confusión exprofesa de conceptos que definen y  convalidan la realidad; si bien cada uno puede tener distintos puntos de vista, no podemos confundir los objetos a los cuales nos referimos porque estaríamos propiciando el caos; que de hecho ya se ha instalado entre nosotros; porque si en cuestiones tan obvias como la diferencia entre un macho y una hembra tergiversamos los conceptos que las definen, “que no estaremos haciendo con aquellos aspectos subjetivos que no pueden ser corroborados en la realidad inmediata”; asocio este tema con los “relatos políticos” o los “relatos de derechos humanos” o tantos otros relatos que partiendo de un bien común inducen el pensamiento colectivo hacia zonas donde se confunden los conceptos que definen la realidad y los superponen creando una doble imagen que intenta hacernos creer que las cosas son diferentes. Este mecanismo avieso, fascistoide, mafioso, trabaja capturando la sensibilidad y los sentimientos más expuestos, y  manipula la libertad individual creando una refracción de sí misma que lleva al sujeto a no ubicar la realidad en el lugar correspondiente, y teme expresarse libremente porque no puede ubicar su posición en medio de una plataforma ficticia.
En este tema en particular se trata de confundir y embarrar la cancha asociando lo real, lo cierto, lo verdadero con homofobia, discriminación, no aceptación; se trata de amedrentar a los que ejercen su libertad de pensamiento intentando encolumnarlos detrás de un pensamiento uniforme, mentiroso y manipulador. Un pensamiento o relato que por otro lado divide a la sociedad en “los que detentan el poder con sus acólitos acomodados, serviles y dependientes de las dádivas a través de las cuales manipulan su voluntad y los inducen a perderse el respeto a sí mismo y convalidan fraudes de todo tipo y mentiras que no se sostienen ni ante ellos mismos, y el resto de la población que intenta ejercer su autonomía”.
Hay que aprender a mirar y es fundamental la capacidad de asociar los hechos y sucesos de la realidad. No hay hechos aislados; todo fluye desde la vertiente interna de una sociedad que supura una corrupción de base.
Por eso es fundamental conocer el significado de las palabras que utilizamos puesto que remiten a conceptos que significan la realidad; si desconocemos el sentido de lo que expresamos, si da lo mismo una cosa que otra, somos tierra fértil para que nos siembren con maleza puesto que habremos perdido la capacidad para reconocer las hierbas buenas y caeremos bajo el encantamiento de nuestra propia cosecha.
Volvamos al comienzo: el Ser persona, su autonomía, su poder de expresión, su singularidad, eso es lo importante. Un varón puede ser macho engendrador de prole, puede ser padre, puede ser homosexual y engendrar hijos o no, puede ser travesti y puede convertirse en transexual; una mujer puede ser hembra generadora de vástagos,  puede ser madre con sentimientos de madre, puede ser lesbiana, puede convertirse en transexual.
Lo importante y lo que significaría un verdadero cambio en la manera de pensar de la sociedad sería: aceptar que dos varones o dos mujeres pueden adoptar niños y criarlos con amor, que no necesitan transvestirse ni decir que son mujeres ni varones, creando falsos maniquíes estereotipados,  cuando en verdad tienen pene o vagina, porque estarían incurriendo en una falta grave como es: la falta de autenticidad que es un valor fundamental que debe transmitirse a un niño.
Lo importante es aceptar al ser humano, al ser persona como es, sin necesidad de falsear la realidad intentando hacer un absurdo y falso modelo de originales que la naturaleza ya ha creado con eficiencia.

José Luis Thomas


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