miércoles, 21 de marzo de 2018
El aborto - Editorial publicado en Notiserrano166
El aborto
Consideraciones a tener en cuenta,
si es que utilizamos el pensamiento como parte de la razón
y no sólo respondemos de manera emocional básica.
Por José Luis Thomas
Tenemos que considerar:
La vida
La mujer
El feto
El ser persona
Las prioridades
La religión
Estamos de acuerdo en preservar la vida, sea cual fuere, humana o de otras especies.
Esa preservación debe ser en todo sentido, no sólo en el que incluye al aborto.
Preservar la vida es cuidar a los seres que han nacido.
Cuidar la vida es darle lo mejor siempre, desde el nacimiento hasta la muerte.
Antes de pensar en el aborto, pregunto: ¿se cumple esta premisa fundamental?
Porque el aborto sería una parte ínfima del trayecto.
Es decir: cuando nos ponemos emocionalmente duros con el tema del aborto, pregunto: en el interín, ¿qué hacemos para defender la vida toda? ¿O sólo nos volvemos conscientes de la vida con respecto al feto?
Es decir parece ser importante que el feto viva, pero luego de que nace nos desligamos de su suerte. ¿Esto no es hipocresía?
¿Y qué hay de la mujer? ¿A quién le importa el ser humano que es ante todo, y la determinación que pesa sobre ella, que parece condenarla a subordinarse a lo que el varón y la sociedad le imponen, nada más que por el hecho de haber nacido hembra de la especie?
Tanto el macho como la hembra de la especie son “personas” y con ello adquieren condiciones propias de esta clasificación: singularidad, autonomía y libertad.
Luego, tanto el macho como la hembra, no están aislados, son parte de la sociedad y ésta tiene una conformación y un modo de funcionar, que no siempre, casi nunca, contempla las prioridades y los cambios que surgen de la evolución. La tendencia general es quedarse en el pasado mientras la vida fluye y cambia.
La sociedad tiende a cosificarse, a permanecer atada a leyes obsoletas y a postulados creados en otros momentos históricos y en otros contextos y dentro de un determinado estadio del pensamiento. La vida cambia de instante en instante, la ciencia y la tecnología influyen en esos cambios y tenemos la obligación de adecuarnos para no cortar el flujo de la vida.
El ser humano tiene que dar de manera espontánea, el paso a las prioridades, dentro del marco de un momento y una determinada situación.
No puede la sociedad mirar para otro lado amparada en una idea romántica de la vida y de lo que debe ser, mientras la realidad sucede de la forma más cruenta y abandonada a su suerte.
Las cosas pasan, las muertes son diarias a causa del aborto clandestino, pero pretendemos que no pasan porque anteponemos una “ley” ideal que supuestamente protege la vida. ¿Y qué pasa con la vida de la mujer sometida a la presión y a la desprotección? ¡Qué¡ ¿La mujer no es una vida que hay que proteger?
Es más lícito cuidar de la vida de un adulto que es parte de la sociedad, que la de un feto que será lanzado a un mundo, a una sociedad que lo abandonará.
Y luego tenemos las religiones. Todas materialistas, generadoras de guerras y matanzas, son las menos indicadas para hablar de la vida.
En sus filas se dan los más abominables crímenes contra el amor y la vida.
Por lo general las religiones no tienen nada que ver con la “vida espiritual” con el amor y con la conciencia despierta hacia la vida toda.
Las religiones son organizaciones humanas, politizadas, que se sostienen mediante estructuras de poder que dejan traslucir las peores debilidades humanas.
Engendran miedos, hipocresía, falsedades de todo tipo.
Creo que hay que dejar de lado la sensiblería, para darle paso a la razón y a la vida misma que se expresa en la realidad “que es”, no “la imaginaria que cada uno acomoda a su manera”.
Tenemos que sincerarnos, ser auténticos, libres, abandonar el temor y de allí surgirá un tipo de ser humano que controlará la natalidad de manera espontánea porque la mujer y el varón serán seres libres, que basen sus vidas en el amor, y cuando se siente amor crece en el ser una educación natural que comprende desde adentro el sentido de la vida.
El aborto legal es un modo de desarticular la muerte clandestina, un modo de cuidar de la mujer como ser humano que es y no “en la idea de que es una hembra condenada a procrear aunque no lo desee, contra su voluntad y en cualquier condición” Se supone que los humanos por medio de la razón hemos trascendido la determinación que aún pesa sobre los demás seres vivientes.
Una mujer tiene que poder abortar si considera que no es lo conveniente para su vida, sea por la razón que fuere.
De lo contrario la sociedad toda tiene que dejar de “matar” en la variada y sofisticada gama de formas en que lo hace, que parece aceptar como parte natural de la vida.
Por favor, ¡¡¡¡¡¡NO SEAMOS HIPÓCRITAS!!!!!!!
José Luis Thomas
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