jueves, 9 de abril de 2015

Un país sin patriotas - Nota publicada en Notiserrano

Un país  sin patriotas


Por José Luis Thomas

Tal parece ser la nueva tendencia en argentina. De pronto comienza a desvanecerse esa protección invisible, ese fuerte inviolable, detrás del cual nos sentíamos a resguardo de esos egos enfermos que, de tanto en tanto, deciden hacer valer la impunidad de sus visiones personales.
No es un tema menor, pero parece serlo.
Los argentinos han entrado en la noche guiados por luces irreales. El avance de la ignorancia como método de conquista ha comenzado a dejarse ver. Todo induce a considerar el sentimiento de patria como un anacronismo. Pensamiento que ya se refleja en las acciones, en el trato cotidiano, en el deterioro de las formas que nos sintonizaban como partícipes de un destino común, que a su vez, nos permitía reaccionar cuando los atropellos políticos, sociales, económicos nos ponían en peligro. Ese detector ya no funciona con la celeridad y el adecuado sincronismo con la realidad. Hay un sentimiento general de laissez-faire ¿Nos estarán ganando por cansancio? ¿Será que los enfermos de turno saben de esta debilidad y la están llevando hasta las últimas consecuencias?
Todo es posible y más, en el plano de confrontación con valores fundacionales que se enfrentan a ideales oportunistas, que no buscan el bien común, sino el personal, camuflados en un discurso que intenta adormecer las conciencias hasta hacerlas ver y creer lo que proyectan e imponen como la gran reforma socio-política.
Es evidente que hay una división tajante e irreconciliable, no porque sea el deseo de la gente en sí, sino porque las posturas sientan basas en éticas y morales opuestas, y en ese bien en franca desaparición que era el sentimiento de Patria, el Ser Patriota.
Nunca anduve haciendo gala de Patria o de ser patriota porque no era necesario: era un modo de ser tácito; no se me hubiera ocurrido trabajar en contra del país; ni generar desmanes para destruir la unidad nacional.
Hay quienes no dejan de hablar de la Patria como si no sintieran que ella y ellos son uno solo e indivisible y paradójicamente los que más hablan de Patria son los que la saquean, destruyen, venden, dilapidan y usufructúan en beneficio propio enriqueciéndose a costa del resto de los compatriotas.
Recordar el sentido de Patria y Patriotismo antes que el criterio de una Patria grande que involucraría a toda América Latina. Una grandilocuencia innecesaria, un letrero demasiado luminoso para encandilar inocentes y seguir repitiendo aquello de “los espejitos de colores” con los que fueron estafados los pobladores originarios, mientras los saqueaban, robándoles el oro y la plata. Han cambiado los tiempos, pero no las conductas; y no es cuestión de conquistadores y conquistados; tiene más bien que ver con la conducta humana, con los que no “necesitan tener para ser” y los que “si no tienen, no pueden ser”.
Es un viejo mal de la humanidad.
Y siguiendo estas conductas encandilatorias y haciendo referencia a los pueblos originarios, se ha dado en hacer liturgia barata con la reivindicación de derechos de estos antepasados, mientras en el presente son maltratados, olvidados, vituperados, estafados e inducidos a todo tipo de humillaciones al tiempo que son utilizados para sumar votos. Las provincias del norte argentino dan cuenta de este atropello, de esta afrenta: resulta que es fácil hablar de los pueblos originarios como una abstracción, como un homenaje a los antiguos habitantes, que no pueden decir palabra, ni quejarse, mientras que se ningunea a los que viven en el presente.
Patria, sustantivo femenino, país o lugar en el que se ha nacido; lugar con el que una persona se siente vinculada por razones afectivas, dice el diccionario
Patriotismo: sustantivo masculino Amor a la patria.
Dos definiciones para nombrar un sentimiento que está perdiendo vigor.
Del patriotismo se dice que es amor a la patria; ahora convengamos que hay amores que matan. Se hace necesario redefinir ese campo subjetivo, emocional y ambiguo.
Podemos, por otro lado, redefinir el amor a la patria, por todo lo que no es: así diríamos que: No es saquearla, Hipotecarla, permitir que la exploten con fines egoístas, depredarla, venderla a extranjeros inescrupulosos, permitir que sea tomada por potencias extranjeras so pretexto de hacer negocios rentables, permitir la deforestación, hacer minería a cielo abierto, crear políticas que dividan a sus habitantes, hacerla rehén de regímenes absolutistas, fascistas, anti republicanos, enfrentar a los ciudadanos separando a pobres de ricos, determinar que los que no se avienen a las políticas de turno son enemigos, impedir la prensa libre,  mentir, tergiversar, hacer negociaciones ilícitas, manipular a la Justicia en beneficio de los que detentan el poder, generar inseguridad, permitir el avance de la droga y darle espacio a quienes trafican con ella, desatender las necesidades de cada uno de los habitantes, permitir que la gente aprenda a vivir sin trabajar, o dejar que una parte de la población mantenga a otros, generar leyes arbitrarias, gobernar verticalistamente y que el Congreso pierda autonomía y libertad, actuar desde el poder con sentido de patrón de estancia, enriquecerse con la función pública, utilizar los bienes del estado con fines personales o partidistas… y más, puedo seguir enumerando formas que distan de lo que se supone es el amor a la patria.

De todas maneras esta postura puede ser vista por lo menos de dos maneras; los que hacen de estos conceptos su modo de vida y los que pueden discernir y darle a la patria en lugar de quitarle.
Claro, si vamos a determinar el sentido de los bienes comunes desde posturas individualistas y con pretensiones de egoístas todos tienen razón. Pero no es así. No se puede determinar el estado del bien común por las lógicas empleadas desde un solo punto de vista, que pareciera ser el que adoptan los partidos políticos que adhieren al carisma de un líder, un salvador, un oportunista que para ese momento histórico parece asumir el rol de emergente social y encarnar el sentimiento de la mayoría. Ser mayoría, no quiere decir que se esté en el sendero de lo lícito, verdadero o justo. Sabemos que las mayorías se mueven desde conductas emocionales basadas en disfunciones e ignorancias propias de quienes determinan el valor de la vida sólo por las apariencias externas y las necesidades primarias, que si bien deben ser atendidas, no se puede sostener toda la estructura de las determinaciones, político-sociales-económicas, en sus demandas puesto que éstas son de corto alcance.

La visión de quienes asumen el destino de la Patria, debe ser amplia, incluyente, reflexiva, integradora y con proyección de futuro, basada en el entramado de las clases sociales, que más allá del factor económico, son determinadas por la capacidad de pensar y hacer, con objetivos tendientes al bienestar general.

El ser humano entre otros elementos de su estructura de personalidad está determinado y manipulado por el “ego” que basa sus demandas desde la arbitrariedad de los sentidos que lo inducen de maneras diversas, por eso “las derechas y las izquierdas” a la luz de esta realidad, son obsoletas. Debemos tender a una integración de los ideales en función de reconocer al ser humano como un todo cambiante, que tiene necesidades básicas a las que se debe atender y necesidades ulteriores, que surgen como expresión de sus deseos y de las imposiciones del ego.
No se puede imponer desde el Poder una sola línea idearia y ejecutiva; más aún cuando a la luz de los acontecimientos y las conductas de los dirigentes vemos que no se corresponden los mandatos ideales con la práctica, puesto que hacia el pueblo manifiestan ideales basados en postulados de izquierda y hacia adentro usufructúan los beneficios del poder para vivir con beneficios propios de las derechas a las que defenestran.

Estas incongruencias y estos atropellos groseros nada tienen que ver con el patriotismo.
Así vemos a un pueblo que pierde su sentimiento de Patria, como ese bien común, hogar, que lo ampara, para verse expuesto a todo tipo de enfrentamientos, deslealtades, desilusiones y violencias que le han ido haciendo perder ese sentido básico de ser parte del todo. Un todo que se diluye en  absurdas grietas ideológicas que se esgrimen como identidad, pero que en la práctica generan divisiones y enfrentamientos que llegan a ser trágicos.

Se ha perdido la Patria, se ha perdido entre nosotros, la hemos extraviado en confrontaciones y luchas intestinas, propiciadas desde el poder, pero legitimadas por el voto popular, por eso recalco que las mayorías pueden ser portadoras de obscuridad, negligencia, ignorancia y atropellos basados en ideales anacrónicos. Si el hombre no reconoce su naturaleza, no sabe que es rehén de sus deseos y de las imposiciones de su ego que le demanda todo tipo de satisfacciones, y si se somete a él sin reflexionar, como un ser irracional, nunca podrá superar sus posiciones ni evolucionar, por más ideales de izquierda o de derecha. La evolución se produce cada vez que se toma conciencia de que somos parte del todo y que lo que hacemos afecta integración de las partes.
La Patria es más que un símbolo de identidad, es parte de la naturaleza esencial de cada ciudadano, no sólo es cuestión de tener repentinos arranques emocionales sentimentaloides, ni es suficiente hablar de ella y su riqueza o sus paisajes o variados climas. La Patria somos cada uno de nosotros y la engrandecemos o la destruimos con cada acto que hacemos, por eso que votar no es algo más, que si gana el candidato de nuestra elección podremos beneficiarnos individualmente; no es así, ese voto tiene que servir para poner en el poder a aquellos que más destreza han demostrado para promover el bien común, porque ese bien común es La Patria que somos todos y cada uno de los que la integramos: blancos, negros, podres, ricos, inteligentes, ignorantes, creativos, rutinarios, más allá de ideales, bandería políticas, religiosas, sexuales, y lo que sea que nos pueda hacer creer que no merecemos ser parte de ella.

Ser patriota es ser coherente, trabajador, sensible, integrador, comprensivo, solidario, agradecido, hermano en pensamiento, palabra y hecho; todo lo que no encaje con estas características está fuera de ese sentimiento de identidad profunda llamado Patria.