martes, 16 de octubre de 2012

Comentario publicado en Notiserrano 125


Tanto infierno Tanta belleza 


La nueva novela dela talentosa escritora cordobesa Reyna Carranza, en una mezcla de ficción y realidad de la que ella misma es parte fundamental.

Por José Luis Thomas

Con la emoción en la garganta, envuelto en tanta belleza, uno sintió todo el infierno; no es sólo parafrasear el título de la reciente novela de Reyna Carranza: Tanto infierno, Tanta belleza, es la más ajustada forma de iniciar este comentario en el que, por haber vivido, reviví el pasado, articulado tan desde lo profundo que se me hizo imposible leerlo desprendido de mis propios ecos. Sin embargo esa emoción no impide una lectura limpia y prolija que escudriña de manera natural, la técnica y los soportes del oficio que la escritora antepone a sus propias emociones, recreando en una novela de corte intimista los sustentos históricos que la convierten  en una epopeya vibrante que une sucesos y personajes de  siglos pasados, con aconteceres de muy reciente data que nos permiten inferir que la canción se repite en un juego de mascaradas que terminan por derribar todos los ideales, todas las esperanzas.
Esta novela, es una versión corregida y mejorada de Guerreros y fantasmas que Reyna, publicó en 1998.
Clara, el personaje que asume la identidad de la autora, atraviesa en lo profundo de sí un periplo de tiempos, verdades históricas y mitos en un entramado narrativo, al que por otra parte Carranza nos tiene acostumbrados, con un estilo que va desde un soterrado deambular psicológico a enhebrar los pasadizos de la realidad que la impulsan a salir en busca de respuestas.
Es impactante y sensual este modo de contar, y tan natural, que el lector se introduce en las profundidades del texto llevado  con notable sencillez.
La interposición de tiempos y fragmentaciones de la realidad juegan un papel sustancial en este modo de contar, no lineal, que induce a desestructurar la propia ansiedad, imponiendo un juego de espejos que reflejan lo real y lo ilusorio. Lo que se dice adquiere la dimensión absoluta de una verdad que no se cuestiona porque está imbricada en eso que todos sabemos que es la realidad, una mezcla de lo inevitable, lo dado, con lo imaginario y lo adquirido en busca de otra dimensión que nos instale en el universo.
Clara-Reyna, se revela y narra desde todos sus desgarros. Se vuelve absoluta y nítida. No ha lugar para, por parte del lector, no entrar en la trama convencido y dentro del marco de esa seducción que la escritora maneja con absoluta maestría.  Ella sabe cómo quiere decir lo que grita y demanda salir de preso; ella le impone a los personajes reales y los fantasmales la dimensión del aquí y ahora y los empuja a dejarse atrapar  en el juego erótico de no poder resistirse, sino caer rendidos y amparados por ese espacio simbólico e infinito de las páginas que intentan encerrar una historia.
Los personajes reales, parte de la historia de nuestro pueblo, son parte de la propia autora desde el lugar biográfico. Los sucesos, los ambientes que describe en forma suelta, sin abigarrar metáforas o simbologías ajenas al decurso del relato, los hombres y mujeres que trae al ruedo para ir conformando la trama se dibujan de tal modo que se nos hacen familiares y hasta podemos sentir que nos incorporan a sus vidas recreando voces y olores; entornos y sobre todo la sensación del largo transcurrir de los tiempos; el peso de vivir sus tragedias, la nostalgia de los anhelos y por momentos –entre flagelos y bendiciones- un eterno retorno.
El lector asiste al paso histórico mientras –es inevitable- lo asalta un paralelo con el presente más visceral.
Tantos infiernos vividos para estar aún regodeándonos en las brasas. No se puede dejar de sentir que todo se repite desde ángulos diferentes, aunque nos parezca que hemos ascendido, como pueblo, en la idea de democracia y libertad. Todo se repite; no porque lo diga específicamente la novela, aunque sin dudas lo dice- puesto que uno lo percibe y se conmueve, mientras se hiela la sangre.
Unitario, Federales, Militares, Democracias, en un rosario infinito de retornos.
Lo que sin dudas convierte a este libro en una entrañable narración es el despertar del amor en medio del dolor, del exilio y de la belleza que, subsiste, sin dudas, aún en las tragedias.
Clara y Hernani; ellos cargan con el peso de  contarnos la historia de sus vidas y de las nuestras, en un ascendente amor que los redime, los salva y los ampara de todo lo que se repite. Ellos son los únicos que trascienden el deambular de las miserias, las pérdidas y el desatino de todas las locuras que hacen los autócratas, los totalitarios, los obsecuentes, los  miserables de todos los poderes.
Uno siente el dolor del exilio, la desgarradura de los que tuvieron que irse y luchaban por los otros, por nosotros, que permanecimos, callados, dormidos, indolentes, impotentes, asustados, negados, oportunistas, que tal como en el presente, “esperamos que toquen a nuestra puerta” para reaccionar. Porque “callar y apartarse, es también ideología” dice Hernani. Y en otro pasaje se lee: “La tarea de Hernani y su grupo era convencerlos, por encima del miedo, para que testificaran el horror, la persecución y el genocidio”.
En un párrafo donde Clara cita de Luis Franco dice: -“sin duda, a Sarmiento y a Alberdi, como a José Martí, más tarde, les faltó ojo, o valor, o tiempo para ver la verdad más subterránea: que todo gobierno de clase implica, fatalmente, una dictadura oligárquica: es decir que bajo el biombo democrático y parlamentario, la clase poseyente gobierna por sí y para sí, y el pueblo elige lo que le mandan elegir”….
Clara deambula por un país que la recibe pero no la define; trabaja en él y por su trabajo se relaciona con un mundillo intelectual de relevancia literaria, artística y humana. Los nombra puesto que compartió la vida con ellos.
En algún párrafo expresa convencida: “todo autor tiene un único tema, escribimos siempre la misma novela”. Así es, no  es posible separar el fondo de la forma. Se alternan, y son en la medida que entran en el ritmo del estar.
No se priva de frases cargadas de poesía y sugestión: “como un clítoris dormido”, ejemplo de lo que considero una poética narrativa de singular belleza. Reyna Carranza articula el lenguaje de manera tal que crea una sugestión tan afinada, tan certera y por momentos mágica, que lo real y lo soñado se alinean para redefinir el lenguaje y las posibles interpretaciones que sugiere el texto concreto.
En suma Tanto Infierno, Tanta belleza, recrea en forma admirable, como dije, esos sucesos del pasado reciente, muy doloroso, enlazándolo con los siglos anteriores en la individualización de una mujer que se busca en el tiempo y en los gritos de su sangre; y digo bien gritos, porque saber de sí es un mandato y la culminación que cierra el círculo con una apasionada costura de punto atrás, que surfila los acontecimientos con sus pasiones, odios, amores, abandonos y determinaciones que le fueron sumando las generaciones auto sometidas al silencio. Por eso, ella, que tiene el don de la escritura, tendrá en la palabra ese aliado sin par, que como una llave maestra abrirá todos los cerrojos y dejará volar hacia la luz todas las sombras. Sin dudas el amor es la fuerza de cohesión para Tanto Infierno, Tanta belleza.

José Luis Thomas

Publicado en Notiserrano 125


La misma historia enmascarada

Discapacidad para integrar las diferencias, a la deriva, sin políticas de Estado.

Por José Luis Thomas

Hay un río subterráneo que grita desde lo profundo, despertando ecos de tiempos cercanos, donde el terror de Estado aniquiló a miles de ciudadanos argentinos. Lo sentimos en la sangre, flota en el aire que respiramos; es parte de una sensación que compartimos a diario y sobre todo se vuelve evidencia cuando nos damos cuenta que la división entre hermanos argentinos está siendo tan profunda y casi irreversible que comienza a rondarnos el fantasma de la desconfianza: no tenemos seguridad  de con quién estamos hablando. (Así pasaba en el Franquismo en España, Padres contra hijos, hermanos contra hermanos y también en la época de Perón) La capacidad para distorsionar los discursos, y las conductas nos enfrentan con antiguas maneras de ser que “creíamos superadas” pero que sin embargo las vemos resurgir desde la entraña misma de los ciudadanos que son adictos al Poder de turno y adversarios del mismo; y me atrevo a agregar que es parte de nuestra genética como pueblo. Los genes fundacionales nos legaron una simiente que carece de moral y sufre de una visible falta de memoria;  adolece de madurez cívica y para colmo de males, o lo que es peor padece “egoísmo”; el sentimiento de hermandad que tanto se propala no es más que una mascarada que encubre sentimientos de inautenticidad.
Somos volubles, influenciables, inflamables muñecos de paja, un día ensalzamos y al siguiente denostamos; pasamos de un sentimiento a otro con tanta facilidad que enajena cualquier estado de cordura de la que se pueda inferir sentido común o madurez emocional.
Utilizamos las grandes palabras y los sentimientos más caros para manipular las conciencias en función de alcanzar objetivos personales de los que nos volvemos dependientes al extremo de corromper cualquier sentimiento de moralidad.
En este momento de nuestra locura criolla están en peligro la República, La Democracia y se hace evidente la ausencia de El Contrato moral. El pueblo en su conjunto carece de ética. Pero para saber de qué estoy hablando daré ciertas referencias que nos permitan refrescar los conceptos que hacen de esas palabras una guía para vivir en paz y armonía.
Es importante prestarle atención al lenguaje que no es sólo un medio de expresión sino una función del  pleno desarrollo de los individuos y de la sociedad. Es pasible de ser manipulado para imponer verdades falsas, inventar y crear realidades sociales inexistentes. Lo vemos en el discurso de los poderes en la actualidad argentina, manipulando desde lo social económico y político con cifras y apologías que intentan imponer una realidad ilusoria que conviene al discurso oficial y dentro de ese marco dejan caer la idea de que “su política es la única, que el modelo es indiscutible y lo aplican caiga quien caiga, que no hay otras salidas económicas ni otros caminos; que todo está bien.
Se crean imágenes falsas de los personajes involucrados con el quehacer público y se intentan imponer ideales de igualdad social partiendo de teorías de justicia social, cuando los que detentan el poder viven acorde con otras comodidades y se enriquecen  en forma fraudulenta al tiempo que su discurso intenta desviar la atención. Formulan principios que no se corresponden con las acciones. La discapacidad para escuchar y asociar los reclamos habla de un avasallamiento programado, escalonado y consecutivo que intentan imponer a cualquier precio negando a la misma Constitución que habla de República, de Estado, de soberanía, de derechos humanos y de bien común, pero las acciones colectivas y mafiosas introducidas en  los tres poderes del Estado están en evidente y patético antagonismo con los principios que fundamentan la Carta Magna. Se reinterpretan  en forma fraudulenta todos los sentidos que se fundamentan en principios basales de la democracia.  Los negocios privados y el clientelismo se confunden con lo público; es evidente la manipulación del sentido democrático cuando el amiguismo y partidización son los caminos de acceso a los cargos judiciales y técnicos.
Cuando el Estado se vuelve fanático obtuso de su propio discurso, niega las normas jurídicas básicas, desconoce los reclamos sociales como parte de un operativo montado por quienes ellos han elegido como sus detractores, cae en la  penalización, la represión y la persecución penal tiránica, abusiva, ilegal, que demuestra un autoritarismo exacerbado. Nos enfrentamos a una crisis institucional orgánica, las instituciones se desmoronan desde adentro.

La ética estudia “la moral” y la acción humana. Viene del término griego “ethicos”, carácter. Cuando hablamos  de ética nos referimos a  moral, establece la diferencia entre “lo bueno, lo malo, lo que está permitido y lo que no, dentro del comportamiento individual y social” establece un conjunto de normas que permiten ordenar el caos. La ética es la ciencia del comportamiento moral. La ética contribuye a la aplicación de normas legales en un estado de Derecho, no es punitiva desde el punto de vista jurídico, más bien promueve la autorregulación.

República viene del latín: res (cosa pública) República es una forma de organización del Estado. En ella el presidente cumple sus funciones por un tiempo determinado elegido por el voto popular que debe ser a través de elecciones libres y en forma secreta de manera tal que los ciudadanos participan sin presiones ni condicionamientos.
Cuando se comienzan a manipular desde los gobernantes los fundamentos básicos sustentados, sobre todo en la libertad y en cualquier intento de continuidad irrestricta, es que utilizando el modelo republicano se enmascara un deliberado Estado Totalitario. Lo grave de esta situación es que quienes la imponen lo hacen apropiándose de las voluntades individuales por medio de prebendas, clientelismo, dádivas, aparentes soluciones a problemas básicos y para cuando la población en su conjunto se da cuenta del manejo, estaría siendo tarde, puesto que esta forma de contaminación actúa como el cáncer y prolifera rápido y al igual que la letal enfermedad, mata a su huésped: la República, que sustentaba a la Democracia. Y para cuando esto sucede observamos que fundamentos esenciales de la república como lo son La Justicia independiente, la división de poderes, y la participación activa de los ciudadanos está en franca decadencia.
La visión de Aristóteles en su Política es la de ciudadanos, que por definición, se turnan en gobernar y en ser gobernados.
Los que detentan el poder se toman de Maquiavelo que en su obra republicana los Discorsi, que tanto en Il Principe como en los Discorsi, valora el juicio popular, pero su confianza está siempre de parte de quienes pueden manipular este juicio por el bien del Estado. Así, nos dice: «una multitud sin cabeza es inútil». (Sucede que “ese bien del Estado es parte de la subjetividad de quienes gobiernan en beneficio de sus deseos).
Señala que todos los presentes en alguna asamblea habrán observado hasta qué punto la opinión de la multitud es errónea, y, a menos que esté dirigida por un hombre superior, propende a actuar en contra de toda razón.
Elevar el juicio popular consiste en mejorar la aptitud de sus líderes para manipular dicho juicio. La capacidad del pueblo queda limitada a respetar la ley y las instituciones del Estado, pero no a fundarlas, ni a juzgar las propuestas más adecuadas. La capacidad del pueblo en una república, de acuerdo con Maquiavelo, se reduce a la capacidad de aprender a escuchar bien y decir «sí» o «no». Abandonados a sí mismos, quedarán impresionados por la familia de un hombre, por la compañía que lleva o por sus acciones extraordinarias. Juzgarán dejándose llevar por las apariencias y las opiniones comunes, de modo que podrán ser —y de hecho a menudo lo son— engañados por todos.
Estos principios aviesos –no son ajenos a la naturaleza del hombre, por eso Maquiavelo los expone en políticas donde “el fin justifica los medios” y esto es parte de la división entre “los elegidos por el pueblo para gobernar, en favor de todos –y los que gobiernan para sus partidarios adictos, beneficiados con las dádivas que les otorgan para mantenerlos cautivos dentro de sus instintos del más puro egoísmo personal, olvidados del sentido Patria-República-Democracia. Se apela a los valores que estos conceptos sugieren para movilizar las emociones populares, pero al fin se gobierna para sostener en el poder sólo a los del poder, que distan de empardarse con el pueblo, puesto que sus formas de vida gozan de beneficios millonarios.
Democracia deriva del griego DEMOS: pueblo – KRATOS: autoridad o poder; lo que significa: gobierno o autoridad del pueblo”  por lo tanto esta forma de gobierno es la que favorece la intervención del pueblo en el gobierno y por ende trabaja para mejorar la condición general de todos lo que conforman el pueblo.
La división de clases es parte de la evolución natural que surge con el trabajo. Así, cada ciudadano, cualquiera sea su idea política, tiene las mismas condiciones –puesto que un gobierno democrático trabaja para todos por igual- para superar su condiciones originales de clase. Para esto debe funcionar a pleno la Educación y la libertad de expresión; siempre en el marco de gobiernos alternativos que propendan a producir las mejores condiciones para aumentar la riqueza del país; donde cada uno será beneficiado, si trabaja para ello.
Democracia es también un conjunto de reglas de conducta para la vivencia social y política.
En toda Democracia el pueblo participa en la acción del gobierno por medio de sufragio y controla lo que hace el Estado.
Democracia es básicamente Respeto por la dignidad humana, y la libertad para ejercer los derechos y cumplir con las obligaciones de cada uno de los miembros de la comunidad.
¿Cómo se logra?
Con una mayor educación cívica para nuestros pueblos. No caer en la trampa de seguir a los nuevos mesías y caudillos. La expresión de todo ser humano es vivir en libertad y quien restrinja las libertades le está haciendo daño al ciudadano.
Pero dentro de estos conceptos de República y Democracia tenemos que darle espacio a la Moral, que depende de la conciencia o respeto humano, se relaciona con el bien y con las acciones o conductas de las personas con respecto al bien y al mal; tendría dos partes: El objeto material de la Moral que se relaciona con las costumbres y conductas humanas; y el Objeto Formal que es el conjunto de leyes que deben informar y orientar el hacer humano.
La Moral es normativa, porque establece las normas que determinan lo que es el bien y lo que es el mal. En otras palabras, la Moral establece lo que se debe y lo que no se debe hacer. Lo que se permite y lo que se prohíbe.
La Moral formula principios generales. Según estos principios clasifica y juzga todos los hechos particulares que son propios de su campo.
El fundamento de la Moral es la razón.
Indudablemente, los diferentes sistemas morales podrán establecer distintos principios, como su fundamento. Pero, en el fondo de todos ellos se encuentra la razón que busca configurar y legitimar el respectivo sistema.
Así llegamos al Contrato Moral* que debe existir de manera tácita entre los ciudadanos que integran un país y presupone tienen una conciencia moral; es decir saben diferenciar: el bien del mal, la libertad de la esclavitud, los instintos básicos de los deseos que armonizan con los demás, la importancia del trabajo de la ociosidad,
El contrato moral es indispensable sustrato de una nueva democracia sustantiva, de paz y prosperidad.
Las sociedades que han podido avanzar hacia el futuro con desarrollo económico, justicia social y construcción de ciudadanía es porque han comprendido, aceptado y promovido el fortalecimiento tácito entre el libre albedrío y las reglas morales básicas de carácter prohibitivo: la dignidad de una persona como la de un pueblo son su reflejo y la indignidad es la evidencia de su ruptura.
Cuando la política económica y social atropella todas las categorías morales, las mujeres y hombres pasan a ser medios de uso y abuso.
Qué incluiría un nuevo contrato moral: Nacer de nuevo desde lo más íntimo, allí donde se hizo un profundo examen de acción y pensamiento, se aceptan y asumen los errores, en los que caben las responsabilidades y deberes y en virtud de esta nueva conciencia que impone la decisión irrestricta de no repetir la historia. Establecer y poner en práctica en la acción  y no sólo en el discurso el bienestar de toda la sociedad, en su faz alimenticia, de salud, educación, atención total a niños y ancianos, medicamentos, vivienda; que cada habitante de la República tenga las misma oportunidades para su evolución mediante el acceso a un  trabajo digno y toda la educación que considere necesaria para su formación y por sobre todo un Poder Judicial que garantice la justicia imparcial para cada uno sin distinción de posiciones sociales o políticas; que quienes integran ese poder fundamental de la Democracia sean elegidos por mérito y que la Justicia sea la carta de confianza que nos permite relacionarnos ejerciendo la libertad, el respeto y la consolidación de los “verdaderos derechos humanos” que surgen de saber que los derechos de uno terminan cuando comienzan los de los demás”.
Ese nacer en un hombre renovado no debe negar la realidad, tiene que fortalecerse para enfrentar el pasado y trabajar en el presente para consolidar esa confianza tácita que garantiza saber que cada uno responde al mismo contrato moral que tiende en todo momento a fortalecer políticas de Estado, independientes de quienes gobiernen oportunamente. Así sabremos que Paz, solidaridad, dignidad, educación, cultura, bienestar social, no son palabras que se caen de los discursos oficiales sino acciones que surgen de la conciencia y la correspondiente acción de cada uno.
Las instituciones deben surgir de esa conciencia individual renacida. No por imposición sino por convicción moral tácita que lleva a alternar la gobernabilidad porque quienes leguen al poder serán hombres y mujeres surgidos de esa renovada conciencia moral que los inducirá a respetar lo símbolos que representan. Así se trabajará por el bien común que significa hacerlo por todos y cada uno y no sólo para los partidarios.
Estamos encallados en la necedad, en la mentira, en la connivencia y en el temor; nos han llevado por medio de los sentidos a caer en confusiones fundamentales; hemos ido relegando y cediendo terreno por no asumir las responsabilidades que nos caben porque hemos perdido el sentido de Patria, de República, de libertad, de Justicia. Cuando la Justicia es un muñeco manejado por los funcionarios de turno, estamos perdidos. Nos queda tomar conciencia y no dar tregua, no permitir que terminen de avasallar la última frontera con discursos que contradicen la realidad. Es un trabajo individual y no garantiza éxito; pero es el tiempo que nos toca vivir y no asumirlo porque no queremos admitir que nos toque vivir esto, siendo que la vida es una sola, no ayuda a crear una realidad diferente. Es posible cambiar, pero hay que asumir la realidad y disponer los mecanismos necesarios para corregir el rumbo.
José Luis Thomas