La importancia de amar
y comprender
a quienes piensan distinto
(desde el lado de los discriminados) ¿es que hay
dos lados?
(Publicado en Notiserrano Nº 108)
Cuando uno encasilla su pensamiento en una determinada corriente, deja de percibir las otras, simultáneas e igualmente verdaderas para quienes las adoptan. Lo que desde el vamos nos está indicando que somos todos diferentes.
Elijo tratar el tema del matrimonio entre personas del mismo sexo o lo que sería parecido, que han convivido durante una determinada cantidad de años; han realizado sus vidas al unísono y han trabajado codo a codo para hacerse un espacio en este mundo.
Ahora bien, partamos desde el comienzo. Un universo; en él la tierra y dentro de ella todas las especies que la habitan. Una de ellas: los humanos. Hasta el presente no hay noticias ciertas de otros seres inteligentes.
Los humanos como algunas de las otras especies que habitan la tierra han sido creadas macho y hembra para procrear y permitir que la especie continúe su evolución (cosa que no está cumplida; puesto que los humanos parecen estancados repitiendo errores) o lo que sería algo parecido sobreviviendo. Pero este no es el tema principal; la cuestión es la diversidad que la naturaleza propone en el marco de esos dos géneros.
Por un lado la especie se reproduce con el apareamiento de un macho con una hembra; luego existen las necesidades físico-psíquicas que permiten al ser humano armonizarse con la totalidad de la vida. Y para que esta armonía se lleve a cabo debe existir un sensor natural que regule esas necesidades. Ejemplo: comer, beber, tener sexo o placer sexual; todo esto es independiente del tema de la reproducción; integra el complejo de aspectos que permiten el desarrollo armónico de la existencia; sin caer en excesos o faltas.
Nacemos dotados de diferentes motivaciones tanto físicas como psíquicas. El problema surge a partir de tener que confrontar esos atributos naturales con “las ideas” “conceptos”, “filosofías”, y “dogmas religiosos” que fueron establecidos por quienes se fueron erigiendo a lo largo de milenios en guardianes de la vida “pero encasillada dentro del marco de sus creencias e intereses particulares” “como si estas fueran una verdad inapelable dándole letra a un Dios creador; creado por ellos mismos. Porque Dios es una entidad creada por el hombre a partir de la complejización de sus niveles intelectuales y luego de descubrir (algunos, como siempre sucede) que era un poder que se podía utilizar para someter a otros. Caben en estos mecanismos el temor, en todos sus aspectos y sobre todo el temor a la muerte. La vida es un gran caos que hay que ordenar de instante en instante.
Si pensamos por un momento en ese “Dios” que es invocado para realizar los deseos particulares de cada quien en el marco de la diferencias que nos separan; llegamos a darnos cuenta que para cumplir ese Dios con los pedidos de sus fieles “mata a unos para salvar a otros” y viceversa; cada uno interpreta la realidad con códigos diferentes y atribuye a Dios lo que el pequeño universo personal le permite comprender. Lo que nos está diciendo que “Dios” y las religiones que lo dogmatizan son relativas puesto que ese mismo Dios único no puede ser tan arbitrario y mezquino. Decimos que este universo tiene que haber sido creado por un ser superior y le damos entidad humana; lo que nos lleva a un error de interpretación y nos aleja de la verdad manifiesta de la expresión inteligente que es la vida misma y que cuando uno se armoniza con ella se fluye en sintonía con toda la naturaleza.
Pero volviendo al tema del matrimonio entre personas del mismo sexo (no me alejé al hablar de Dios puesto que son los fanáticos religiosos encasillados en sus creencias dogmáticas quienes rechazan el tema) no podemos dejar de reconocer que las relaciones son una evidencia. Que todo homosexual “nace de la unión de un hombre con una mujer” ( o lo que sería lo mismo de la unión de un macho con una hembra” y que los único real es “ la persona humana” su capacidad para amar, comprender, respetar, tener equilibrio emocional, no hacer fraudes, corruptelas, malversaciones, lobies, acaparamiento de poder, entre otras cosas; y por lo que se ha visto hasta el presente “éstas no son características propias de los heterosexuales” “los heterosexuales no son “mejor gente que los homosexuales” es más, los violadores de niños y menores son siempre o en su gran mayoría los heterosexuales: Las guerras las organizan los poderes que en su mayoría están integrados por heterosexuales y hasta por hombre fanáticos pertenecientes a diversas religiones.
De lo que se trata fundamentalmente es de respetarnos unos a otros. Sin encasillarnos en preferencias sexuales y por ello estigmatizar a quienes sienten de manera diferente. Todos y cada uno somos distintos de nuestros congéneres. Hemos creado un mundo de apariencias y si por un instante rompemos el velo que nos oculta, salta la verdad no conveniente para esta sociedad que hemos creado.
La base de toda unión humana debe ser el amor. No importa quienes lo sienten; lo importante es sentirlo y compartirlo con los demás.
El matrimonio heterosexual ha demostrado ser deficiente; la familia como célula social prácticamente no existe; en el sentido de estar verdaderamente integrados en la comprensión y el amor. Es más, cada uno anda por su lado y quienes han estado alguna vez casados no quieren repetir la experiencia.
Hay un gran vacío de amor.
Traen niños al mundo como si fuera un deporte o para recibir dádivas del gobierno. Nadie piensa al embarazarse el estado real del mundo donde tendremos guerra por el agua; no hay trabajo y todo está fuera de cauce.
Miles de niños abandonados que nadie adopta o que padecen el infortunio de leyes que complejizan sus adopciones.
Esos niños necesitan de alguien (sin importar su sexualidad) que los ame, los cuide y los eduque. Un ser humano que abra su corazón y le brinde amor y comprensión.
La homosexualidad no se contagia; cuando se habla de elección sexual significa que “cada quien se ha aceptado a sí mismo” y no se autodiscrimina para poder insertarse en la sociedad machista y fascista que padece ceguera absoluta.
Como individuos, independiente de la sexualidad, tenemos las mismas obligaciones y derechos. Trabajar, producir para el país, pagar impuestos; respetar las leyes.
El acto primordial que nos hace humanos por excelencia es el amor y con él, la comprensión; es decir la capacidad de reconocer que “el otro” es uno mismo en una posición diferente.
Cada vez que uno se cierra en una idea, muere un poco: La vida es un continuo que cambia de instante en instante; de ahí que todo es relativo y mudable.
A veces creemos que por permanecer aferrados a una idea que nos fuera transmitida y que adoptamos como válida en un momento determinado de la existencia somos fieles a nosotros mismos; pero toda idea o concepto es la expresión verbal del modo de ver las cosas en un momento específico de la historia; que expresa el nivel de evolución emocional e intelectual de ése tiempo en particular; pero luego la vida, que no se detiene impone modos diferentes de apreciarla. Los encargados de inducir al cambio social son las conductas individuales de aquellos que sienten las diferencias y se superan a sí mismos para integrarse a la ceguera social, sin autodiscriminarse. No de alguien en particular sino como producto de una interacción constante que se produce cuando mantenemos la mente abierta, tanto para dar como para recibir.
Lo que sí debe servirnos como guía es “la virtud” (no en el sentido moral obsoleto) sino tomando el concepto de virtud como la correspondencia entre lo que pensamos, decimos y hacemos.
Y la guía fundamental para hacer una sociedad sana y creativa es el amor. Si no tenemos amor produciremos una sociedad nefasta, destructiva, mediocre, y carcelaria, aún cuando hagamos coincidir pensamiento palabra y obra ya que la maldad también puede ser una virtud coherente.
Por eso es fácil saber quienes somos; si no sentimos amor; si somos incapaces para comprender, si discriminamos, si no podemos aceptar a los demás como son y si tratamos de imponer nuestras ideas y sentimientos, es porque estamos del lado contrario al amor. Así haremos de nuestra vida y de la vida en general un desierto, un oscuro corredor que ha de conducirnos irremediablemente a la infelicidad y al caos; independiente de lo que pensemos y de la profesión que antepongamos como vidrio polarizado detrás del cual ocultar nuestra verdadera identidad vacía de amor y comprensión hacia el otro, que no es más que uno mismo visto desde su perspectiva.
José Luis Thomas