La increíble
y triste realidad de
Un país a la deriva
Un Gobierno que se alimenta de izquierda y vive de derecha (como tantos que practican ese eufemismo -tan conveniente)
y un pueblo
que no asume su poder
Artículo de José Luis Thomas aparecido en el número 104 de Notiserrano
Este mundo argentino del que formo parte me llena de tristeza; no dramática o sensiblera; sino reflexiva. Mi conciencia despierta y alerta está al día. Sin embargo mi situación de armonía personal no me impide “ver”, la demencia general; la insensibilidad individualista que impone conductas corruptas.
Verticalmente mal influenciados desde la cabeza o desde la cúpula política reinante, la que está en este momento en el poder y la otra, que sistemáticamente se transforma en oposición, sin importar quién sea que esté en el gobierno, siempre dispuesta a transar para continuar con la corruptela. Todos son opositores y partidarios que tienen clara una sola cosa: Oponerse en conjunto al desarrollo consecuente y sostenido del país en su conjunto, habitado por argentinos. Gobernar para todos, sin distingos políticos o de pensamiento es algo impensable para los necios que asuemen el poder cíclicamente.
Chapoteamos en una ciénaga que nos está tragando.
Descendemos al infierno que creamos cada día cada uno.
¿Quién para esta demencia? Porque es demente quien cree que no lo es y sin embargo hace cosas de locos; que es lo que vemos, vivimos y sufrimos a diario.
Hemos llegado a un punto tal que ha cegado su propia salida. La maldad, la perversión, el odio político-clasista; impulsado por el gobierno; la ignorancia que avanza a pasos agigantados; la desnutrición; el clientelismo político; la desmesura funcional para gozar de privilegios personales; y el avance de la drogradicción o la anestesia general devenida de la ingesta de alcohol, y fármacos de todo tipo; sumado a la incomunicación –paradógicamente- producida por Internet y el mundo celular; preparan el campo para un enfrentamiento cada vez más visceral.
Estamos viviendo en un país donde “el que sabe” es mal visto y “el que no sabe”, pretende imponerse como si supiera. Todos quieren “tener” lo que el otro tiene sin importar nada. La estimulación permanente de los sentidos desde una oferta constante de todo, atenta contra la capacidad para reconocer las diferencias y para determinar “qué es lo que en realidad necesitamos para vivir”. La gente vive esperando “obtener” lo que sea; pero que sin lugar a dudas “sea más de lo que tiene” y en medio de esa ceguera; deja pasar la vida; sin “ver todo lo que sí tiene”. El que obtenga lo que desea, no significa “contento y felicidad” sino la descerebrada insistencia de querer más.
Si esta conducta ataca a quienes tienen alguna formación intelectual que les permite reflexionar sobre su accionar; pensemos lo que esa misma conducta produce en esos millones de seres “ignorantes –no de conocimientos acumulativos- sino de sí mismos” que desde que llegaron al mundo viven en la miseria y la desesperación, carentes de todo, sobre todo afecto filial y sentido de la propia humanidad. Ellos quieren lo que los demás tienen, sin importar cómo lo obtienen; no les importa nada y más aún cuando son presa de la droga o el alcohol. Desgraciadamente, en este país donde el culto a la maternidad, parece una virtud, esas clases desposeídas son las que más se reproducen, trayendo al mundo más seres carentes de los recursos necesarios para la vida; serán usados por los poderes de turno; y el resto -los que sí trabajamos- obligados a mantenerlos; y lo que es todavía peor: para que los que gobiernan se enriquezcan, con el discursillo absurdo de ayudar a los que menos tienen. Y lo que es más grave aún ese mismo gobierno estimula la maternidad puesto que todo hijo significa un beneficio económico para esos padres que han descubierto que es más fácil vivir sin trabajar. Ya hay tres generaciones de hijos que no han visto trabajar a sus padres y que naturalmente desconocen la importancia de hacerlo. Sólo se reproducen como animales y solicitan asistencia de todo tipo, casa, alimento, y dinero para solventar sus celulares de última generación o zapatillas de marca; entre otras pavadas.
Es triste pero es la realidad. Amadeo Sabattini dijo una gran verdad: Perón emputeció a la argentina: Y eso es lo que ha venido ocurriendo con el Peronismo y todos los gobiernos seudo populares; se dejó de lado la “cultura del trabajo, del esfuerzo y del estudio” y se impuso la dádiva. Darle a los desposeídos sin que les cueste ningún esfuerzo.
Lo que me preocupa es que somos muchos los que compartimos esta visión de la realidad; pero que sin embargo nada hacemos para modificar el curso de los acontecimientos. Seguimos esperando por un cambio externo. Que otro dé el primer paso.
Pero señores míos “todo cambio comienza por uno mismo” y por lo que hacemos en el pequeño entorno en el que nos toca actuar. ¡Accionemos entonces!
¿Cómo?
Seguramente cada uno de nosotros sabe cómo, si es auténtico y no se engaña a sí mismo. Los ideales y las fantasías suelen empañar mucho la visión de la realidad; ésa a la que disfrazamos con esperanza; para seguir esperando que “otro” cambie las cosas. Lamento decirles que ese “otro” no existe; en todo caso es cada uno de nosotros.
José Luis Thomas